Dirección médica de Neolife
Numerosas publicaciones científicas aportan a la vitamina D un rol esencial en la salud y en la prevención de la enfermedad.
Desde hace varias décadas, la información relativa a la protección solar para prevenir el cáncer de piel ha sido ingente. Paralelamente los niveles plasmáticos de vitamina D medida en la forma de 25 OH-colecalciferol han caído en la población general hasta límites epidémicos, afectando principalmente a los adultos con malos hábitos dietéticos y escasa exposición solar.
El aporte de vitamina D en una dieta convencional suele ser insuficiente para alcanzar niveles óptimos (entre 50 y 100 ng/ml), a pesar de estar presente en algunos pescados, huevos y alimentos funcionales (p.ej. lácteos y cereales enriquecidos). Esta circunstancia, junto con las campañas de prevención del cáncer de piel, ha hecho que el déficit de vitamina D en la población de los países occidentales de latitudes subtropicales sea de carácter epidémico (España incluida).
La vitamina D es necesaria para el normal metabolismo del calcio y el fósforo, la salud ósea y sistema inmunológico, entre otras numerosas funciones. Su déficit puede relacionarse con alteraciones cardiovasculares, inmunológicas, osteoporosis e incluso numerosos estudios han relacionado los valores más altos de vitamina D en suero con una menor incidencia de los cánceres más comunes, como el cáncer de mama o el de colon.
Existen dos tipos de vitamina D:
- La D2 o ergocalciferol que proviene del colesterol de fuentes vegetales de la dieta.
- La D3 o colecalciferol que proviene del colesterol de fuentes animales de la dieta. La vitamina D3 se sintetiza en la piel a partir de un precursor (7-dehidrocolesterol) por efecto de los rayos ultravioletas de tipo B. En el hígado sufre una hidroxilación y se convierte en 25 hidroxicolecalciferol (Vit D 25OH o calcidiol), que es la que se mide en plasma. Posteriormente sufre una segunda hidroxilación en el riñón convirtiéndose en 1-25 dihidroxicolecalciferol o calcitriol – forma activa de esta vitamina – y que ya puede considerarse una hormona.
Cada vez son más las publicaciones científicas que aportan a la vitamina D un rol esencial en la salud y en la prevención de la enfermedad. Por tanto la exposición al sol no debe ser abolida totalmente, si bien su exceso debe prevenirse; tomar el sol moderadamente evitando las horas del mediodía y con protección solar es un hábito saludable.
Por tanto, la exposición solar puede ser tanto beneficiosa como perjudicial dependiendo del tipo de rayos ultravioletas al que estemos expuestos. Básicamente el sol emite dos tipos de rayos ultravioletas, los UVA y los UVB.
- Los rayos UVA se consideran perjudiciales porque penetran profundamente en la piel y generan mayor daño oxidativo.
- Los rayos UVB son los “saludables” que favorecen la formación de vitamina D.
Tanto los UVA como los UVB nos broncean y nos pueden quemar; sin embargo los UVB lo hacen más rápidamente. La radiación UVB es baja en la mañana y en la tarde y alta al mediodía: por ello la exposición entre las 10:00 y las 14.00 hrs es la más efectiva para la producción de vitamina D y también la más peligrosa para quemarse. Se estima que es necesario que el sol esté a más de 15-30 grados sobre el horizonte en un día claro para que la radiación UVB sea capaz de producir vitamina D. La radiación UVA es más constante a lo largo del día incluso en ambientes nublados.
La mayoría de los protectores solares son especialmente efectivos contra las radiaciones UVB y no tanto frente a las UVA que son las más cancerígenas; por ello a la hora de escoger un protector solar debemos asegurarnos de que tenga filtros frente a ambos tipos de radiación.
Al final obtener una dosis suficiente de rayos UVB para producir una determinada cantidad de vitamina D requiere exponer al sol una superficie amplia de nuestra piel (algunos autores hablan de hasta un 40%), en una franja horaria en la que el sol esté más alto (de 15-30 grados sobre el horizonte), pero evitando las horas del mediodía (10:00-14:00 hrs). Existen calculadoras que estiman el tiempo necesario de exposición a los rayos UVB para producir unas 1000 UI de vitamina D. Esto depende de la estación del año, de la ubicación geográfica, de la presencia o ausencia de nubes, del tipo de piel… En Madrid y en verano, son necesarias cerca de 2 horas para lograr esta dosis. Teniendo en cuenta que para mantener niveles plasmáticos de excelencia en torno a 50-100 ng/dL necesitamos dosis diarias de más de 3000 UI, deberíamos estar cerca de 6 horas al sol. Como esto no ocurre, y además no podemos ni debemos exponer nuestra piel a los UVA y UVB durante tanto tiempo en esta ciudad y en verano, la suplementación con vitamina D es una alternativa sencilla, sana y natural.
En la práctica, y según nuestra experiencia, podemos afirmar que prácticamente todos los pacientes de Neolife presentan en su primera analítica unos valores de vitamina D por debajo de 30 ng/dL. Cuando comienzas a suplementarse con las dosis adecuadas de vitamina D, se consigue mantener valores óptimos entre 50 y 100 ng/dL permanentemente.