El insomnio es una manifestación más de un desarreglo mucho mayor de nuestro organismo, la cronodisrupción.
Esta altera los demás ritmos circadianos de nuestro organismo, lo que puede llevar a patologías más severas, como estrés oxidativo, inflamación y, consecuentemente, trastornos hormonales, alteraciones metabólicas incluyendo síndrome metabólico, diabetes, enfermedades neurodegenerativas, y tumores. La solución: tratamiento con melatonina.
Darío Acuña Castroviejo – Codirector del Instituto Internacional de Melatonina (Iimel)
Germaine Escames – Codirectora del Instituto Internacional de Melatonina (Iimel)
Según un reciente estudio, si no dormimos lo suficiente, nuestro cerebro se daña.
El pasado día 18 de marzo se dedicó al día mundial del sueño, lo que refleja el interés y preocupación al mismo tiempo del aumento de los problemas de sueño en la población. Es, por tanto, un momento adecuado para resaltar que el insomnio no es sólo un problema de falta de sueño, lo cual de por sí es ya importante; es mucho más preocupante que eso. Vamos a ver por qué.
Empezamos por el final: ¿pará qué sirve el sueño?
El conocimiento común nos dice que es para reparar el organismo de su actividad diaria, pero hace poco, en un trabajo excelente (1), se demostró en ratas que cuando dormimos, el espacio entre nuestras neuronas se expande, como una esponja, lo que facilita la eliminación de todos los deshechos celulares que se producen a consecuencia del metabolismo por el día, y cuyo acúmulo es tóxico para el cerebro. En las ratas a las que se les impedía dormir, ese fenómeno no ocurría, y los detritus celulares se acumulaban, lo que termina dañando las neuronas y alterando su función normal. Así que, claramente, si no dormimos lo suficiente, nuestro cerebro se daña, afectando a sus funciones cognitivas de manera lenta pero progresiva.
Y ahora vamos al principio: ¿quién causa el problema del sueño?
Dejando atrás causas orgánicas, la mayor parte de los trastornos de sueño son de origen cronobiótico, es decir, debidos a una alteración del sistema generador de los ritmos circadianos en nuestro organismo. Este sistema está constituido por un grupo de neuronas localizadas en los núcleos supraquiasmáticos (NSQ), que son dos áreas de nuestro cerebro que están conectados con el exterior a través del nervio óptico. Estas neuronas forman lo que llamamos el reloj biológico central. De esta forma, el reloj biológico recibe información de la cantidad de luz que hay en nuestro entorno. Como el ciclo día/noche, que es lo mismo que el ciclo luz/oscuridad, dura 24 horas, el reloj biológico trabaja de manera idéntica, con un ritmo de 24 horas. A este tipo de ritmos los llamamos circadianos, es decir, cerca (circa = cerca) de un día. La función rítmica del reloj biológico genera a su vez señales que llegan a todo el organismo para que éste funcione también de manera coordinada. Por tanto, es el reloj biológico el que permite al organismo adaptarse a los cambios diarios, de iluminación y temperatura, entre otros, y por eso regula los ritmos de todas nuestras funciones biológicas. Además del ritmo sueño/vigilia, los ritmos de actividad/reposo, de temperatura corporal, ritmos hormonales, ritmos de nuestros neurotransmisores cerebrales, de nuestras actividades metabólicas, etc., están bajo el control circadiano del reloj biológico. La consecuencia es que, funcionando de manera coordinada, nuestro organismo se adapta perfectamente al medio ambiente (ver figura inferior).
¿Cómo informa el reloj biológico al resto del organismo para que sincronice sus funciones al ritmo de 24 horas?
Principalmente a través de la melatonina. El reloj biológico envía cada 24 horas una señal por la noche a la glándula pineal para que fabrique melatonina, y ésta se segrega a la circulación llegando inmediatamente a todo el organismo. Esta señal, que tiene un pico nocturno, es interpretada por todos los órganos y tejidos para poner en marcha sus propias funciones circadianas. Ya que el pico de melatonina se produce cada 24 horas exactamente, también a la misma hora todo el organismo se sincroniza armónicamente.
Ahora pensemos: cuando tenemos insomnio, ¿qué es lo que ocurre realmente?
Lo primero que queremos es que el médico nos devuelva el sueño a la normalidad, porque con el insomnio no descansamos, estamos agotados por el día, disminuyen nuestras capacidades de atención, memoria, físicas, etc. Y todo eso lo achacamos a que no dormimos bien. En parte tenemos razón. Pero vamos a plantear el problema desde otra perspectiva: ¿y si lo que ocurre es que el reloj biológico está funcionando mal? En este caso se produce insomnio, pero se producen también muchas otras alteraciones; todo nuestro organismo está funcionando mal, y el trastorno del sueño es una manifestación más del problema. Así que si tratamos la falta de sueño con medicamentos tipo hipnóticos, sólo estamos corrigiendo (si a eso se le puede llamar corregir) un ritmo circadiano alterado, el del sueño/vigilia, pero siguen alterados todos los demás. Por eso, estos tratamientos no corrigen el problema, sólo lo solapan y muchas veces lo agravan.
Cuando el reloj biológico funciona mal, hablamos de cronodisrupción, que es la causa más frecuente del trastorno del sueño y demás ritmos circadianos.
¿Cuál es la causa principal de la cronodisrupción?
Nuestra actividad social y el exceso de luz, llamada también contaminación lumínica ambiental, está afectando a la población de todos los países industrializados desde hace muchos años. Se calcula que tenemos una deuda de sueño de entre 1,5-2 horas diarias, lo que quiere decir que en vez de dormir las 7-8 horas diarias, dormimos menos. La luz de las ciudades, nuestra costumbre de acostarnos más tarde, con la luz de la calle, el televisor, e incluso la tablet que usamos en la cama, nos condicionan, en el mejor de los casos, una inhibición de nuestro reloj biológico y el consiguiente retraso de la producción de melatonina debido al mantenimiento de la luz hasta altas horas de la noche. Pero muchas veces incluso esa exposición lumínica nos bloquea totalmente el funcionamiento del reloj y la producción de melatonina. La consecuencia de estos estados de cronodisrupción es que se alteran todos los ritmos dependientes del reloj biológico y la melatonina. De ahí que la contaminación lumínica y el déficit de melatonina se asocien a síndrome metabólico, diabetes tipo 2, enfermedades neurodegenerativas y cáncer, entre otros trastornos. Otras causas de cronodisrupción relativamente frecuentes son la medicación y, entre esta, los hipnóticos que tan excesivamente se recetan para el insomnio. Producen inhibición de la producción de melatonina, cronodisrupción, y trastornos mucho más serios de los que intentan curar.
¿Qué debemos hacer entonces?
Lo primero que debemos hacer es identificar esa cronodisrupción, lo que, aunque se puede hacer fácilmente mediante unos cuestionarios, no se suele detectar en una consulta. En segundo lugar, debemos identificar el grado de desincronización, es decir, la amplitud de la alteración de los ritmos circadianos que se produce en el organismo a consecuencia de ese malfuncionamiento del reloj biológico. Esta alteración puede ser moderada o grave. Ya que el reloj biológico controla el ritmo de melatonina, y éste a su vez el resto de los ritmos del organismo, la determinación del ritmo circadiano de melatonina nos informará de la gravedad de la cronodisrupción. El ritmo circadiano de melatonina es también fácilmente medible. En tercer lugar, a veces hay que hacer estudios adicionales para identificar otros componentes del trastorno del ritmo, para lo que es muy útil el uso de sensores, colocados en la muñeca y el brazo y que, llevados durante todo el día, nos miden parámetros adicionales como nuestros ritmos de temperatura corporal, de iluminación, de actividad física, de reposo, etc. Junto con otras evaluaciones, tendremos datos suficientes para hacer el diagnóstico correcto del trastorno cronobiótico, o cronodisrupción.
Y ahora que sabemos que nuestro reloj biológico está estropeado, ¿cómo lo arreglamos?
Depende del “desarreglo”, puede ser más o menos fácil. Desde luego, hay que partir del consenso establecido (2), que indica que la melatonina es el medicamento de elección para el tratamiento del insomnio. Sabemos que el reloj biológico está regulado por la propia melatonina, que de esta forma lo resincroniza. Cuando el reloj está estropeado, tampoco se produce melatonina de manera adecuada. Así que la administración de melatonina puede corregir el problema, no sólo del sueño, sino también simultáneamente de todos los ritmos alterados, restableciendo el funcionamiento normal del organismo (3). Pero hay que tener cuidado, ya que el reloj biológico es sensible a la melatonina a determinadas horas del día, y un mal uso de la melatonina, tanto en su dosis como en la hora del día a la cual se administra, puede no producir el efecto beneficioso deseado, e incluso puede alterar más el problema.
Recordemos, el insomnio es una manifestación más (la más aparente) de un desarreglo mucho mayor de nuestro organismo, la cronodisrupción, que altera los demás ritmos circadianos de nuestro organismo. Esta disociación de nuestros ritmos puede llevar a patologías más severas, como estrés oxidativo, inflamación y, consecuentemente, trastornos hormonales, alteraciones metabólicas incluyendo síndrome metabólico, diabetes, enfermedades neurodegenerativas, y tumores. Si sólo corregimos el insomnio, mal arreglo para el organismo. Tenemos que reparar el reloj biológico, y todo lo demás vuelve a funcionar. Por el interés que tiene, la relación entre cronodisrupción y trastornos sistémicos será objeto de otra revisión en breve.
Autores del artículo: Darío Acuña Castroviejo y Germaine Escames – Directores del Instituto Internacional de la Melatonina
https://www.institutodelamelatonina.com
BIBLIOGRAFÍA
(1) Xie y colbs. Sleep Drives Metabolite Clearance from the Adult Brain. Science 2013; 342:373-377.
(2) Wilson y colbs. British Ass Psychopharmacol Consensus: J Psychopharmacol 2010; 24:1577-1600.
(3) Escames G, y colbs. Melatonina, análogos sintéticos y el ritmo sueño/vigilia. Rev Neurol 2009; 48:245-254.