Los estrógenos mejoran el perfil de riesgo cardiovascular de los pacientes varones.
En el hombre, los estrógenos son beneficiosos para el metabolismo óseo, evitando la aparición de osteoporosis, y contribuyendo a la maduración de las articulaciones en el desarrollo puberal. A nivel cardiovascular, los estrógenos en el hombre aumentan los niveles del “colesterol bueno”, el c-HDL. Es decir, que contribuyen, en parte, a retrasar la aparición de la placa de ateroma que posteriormente causará los eventos cardiovasculares. Además, favorecen la acción de la insulina (disminuyendo la glucemia), regulan el apetito, el gasto energético, y como consecuencia de esto, son determinantes en el peso corporal del individuo.
Dr. Francisco Martínez Peñalver – Equipo Médico Neolife
Los estrógenos son los culpables de la mejor salud cardiovascular de mujeres frente a hombres.
En la literatura médica existen controversias por aclarar, biomarcadores con interpretaciones dudosas, sustancias que parecen perjudiciales y luego resultan ser beneficiosas, y tratamientos que son denostados durante mucho tiempo y que con los años son desenterrados y se convierten en punta de lanza de alguna disciplina médica.
Normalmente, cuando hablamos de los estrógenos lo hacemos sobre su efecto durante las diferentes etapas de la vida de la mujer. No es objeto de este artículo, pero en un breve resumen explicaremos que los estrógenos en mujeres son un claro ejemplo de cómo una terapia que puede ser beneficiosa, aplicada por médicos entrenados, puede caer en desuso por una infundada mala fama. Los estrógenos son los culpables de la mejor salud cardiovascular de mujeres frente a hombres, aparte de que todos los rasgos de feminidad son nutridos por estas hormonas. Tras la menopausia, cesa la producción de estrógenos y las estadísticas de muerte cardiovascular en hombres y mujeres se van emparejando con los años, junto con, precisamente, el decaimiento de todos esos atributos femeninos (el pecho pierde tersura, aparece sequedad vaginal, incontinencia urinaria, pérdida de libido…). El uso de sustancias similares a los estrógenos, no de la hormona bioidéntica en sí, ha hecho que aparezcan efectos secundarios que se atribuyen al estradiol bioidéntico, pero que en realidad son producidos por sustancias parecidas pero no iguales. En el fragor de esa batalla, la terapia de reemplazo hormonal con estrógenos ha caído en desuso, condenando a la mujer a un calvario de síntomas cuando aparece la menopausia que podrían ser evitados sin riesgo alguno.
Hasta hace unas décadas no existía investigación médica alguna acerca del efecto de los estrógenos en hombres. Quizás haya que explicar que el hombre también produce estrógenos, en los testículos, y principalmente a partir de la propia testosterona en los tejidos periféricos, gracias a una enzima denominada “aromatasa”. Los principales sitios de acción de esta enzima son el tejido graso, el hígado y la piel.
En el hombre, los estrógenos son beneficiosos para el metabolismo óseo, evitando la aparición de osteoporosis (1), y contribuyendo a la maduración de las articulaciones en el desarrollo puberal. A nivel cardiovascular, los estrógenos en el hombre aumentan los niveles del “colesterol bueno“, el c-HDL. Es decir, contribuyen, en parte, a retrasar la aparición de la placa de ateroma que posteriormente causará los eventos cardiovasculares. Sobre la pared de las arterias, especialmente de las arterias coronarias, tienen un efecto relajante, que de la misma manera impide parcialmente la formación de la placa de ateroma a ese nivel. Además, favorecen la acción de la insulina disminuyendo la glucemia. Y este aspecto es importante, porque al favorecer la acción de la insulina se impide la acumulación de grasa visceral. Además, los estrógenos regulan el apetito (a través de la ruta de las leptinas, a nivel cerebral), el gasto energético, y como consecuencia de esto, son determinantes en el peso corporal del individuo (2), ya que impiden también el desarrollo de los pre-adipocitos y la secreción de cortisol. Por tanto, los estrógenos mejoran el perfil de riesgo cardiovascular de los pacientes varones.
Pero al igual que ocurre en la mujer, existe controversia en el mundo de la Medicina acerca de todos estos efectos bondadosos que acabamos de describir y que están totalmente demostrados. Los hombres con un defecto en los receptores de estrógenos cursan con resistencia a la insulina, ganancia de grasa visceral, y curiosamente, cifras altas de estrógenos en un intento por conseguir un efecto beneficioso que nunca llegará porque los receptores son pocos o son deficientes.
Volviendo al porqué de tanta controversia, la razón es que en aquellos pacientes con un exceso de grasa visceral nos solemos encontrar con niveles de estrógenos elevados. Sobre esto existen dos posibles explicaciones. La primera es la teoría que existía hace unos años, por la cual la grasa visceral se transformaba en estrógeno y ello formaba un círculo vicioso de ganancia de grasa y disminución de los niveles de testosterona que hacían perder al paciente calidad y años de vida.
Sin embargo, actualmente existen datos que demuestran que la testosterona se convierte en estrógenos en la grasa visceral, pero justo para todo lo contrario, para ayudar a que disminuya la resistencia a insulina (que evita la disolución de dicha grasa) y baje el perímetro abdominal. En aquellos pacientes con receptores a estrógenos escasos o deficientes (y esto depende de la carga genética), la producción de estrógenos estará aumentada en un intento de compensar esas carencias, pero ello no quiere decir que tengan la culpa del aumento de peso del paciente. En resumen, que a la pregunta de qué fue antes, el huevo o la gallina, hay que contestar que los estrógenos están elevados en pacientes con elevado índice de grasa visceral por un fallo en los receptores que los deben recoger (3), y que a su vez, el organismo, al detectar un aumento de la resistencia a la insulina por el exceso de grasa visceral sobreproduce dichos estrógenos intentando arreglar la situación. Este exceso de grasa visceral genera factores pro-inflamatorios que son parte de su naturaleza dañina sobre el organismo, y que pueden favorecer la aparición de enfermedades vasculares y de algunos tipos de cáncer.
Por otra parte, y esto sí es conocido y demostrado, el exceso de estrógenos es pernicioso para la producción de testosterona en los testículos y ello repercute en funciones vitales para el hombre, como su capacidad muscular, su vitalidad y por supuesto la presencia de deseo sexual. Por tanto, una vez más, se debe buscar un correcto equilibrio endocrino para que todas las funciones y todos los aspectos de la salud dependiente de este complicado balance estén en una correcta situación.
En Neolife, realizamos un enfoque integral del paciente atendiendo, entre otros, al estado de su balance hormonal. Con nuestra densitometría medimos los niveles de grasa visceral, y con los niveles en sangre de las distintas hormonas, la actividad física del paciente, sus hábitos alimentarios, etc., configuramos un plan personalizado para lograr ese equilibrio necesario para tener calidad de vida y prevenir futuros problemas de salud.
BIBLIOGRAFÍA
(1) Ornstrup MJ1et al. Eur J Endocrinol. 2015 Feb;172(2):205-16. Adipose tissue, estradiol levels, and bone health in obese men with metabolic syndrome.
(2) Rubinow KB1. Estrogens and Body Weight Regulation in Men. Adv Exp Med Biol. 2017;1043:285-313
(3) Ismail I, Keating SE, Baker MK, Johnson. A systematic review and meta-analysis of the effect of aerobic vs. resistance exercise training on visceral fat. NA.Obes Rev. 2012 Jan;13(1):68-91