En la actualidad, muchas personas están envejeciendo más rápido con un claro deterioro general y reducción en su calidad de vida. Por ello, es crucial cuestionarnos cómo la forma en que cumplimos años afecta no sólo nuestra apariencia física, sino también nuestro bienestar general.
¿Es posible desafiar los límites del envejecimiento y mantener nuestra vitalidad y bienestar a medida que pasan los años? ¿Qué estarías dispuesto a hacer para tener una vida más larga y saludable?
Dra. Sánchez – Equipo Médico Neolife
Es evidente que la ciencia ha avanzado significativamente, incluso hasta permitirnos intervenir en los procesos naturales del envejecimiento.
Esto se ha logrado mediante el estudio de los mecanismos propios del envejecimiento y el descubrimiento de estrategias terapéuticas para ralentizar los cambios celulares asociados a este proceso vital. Estas estrategias se implementan en protocolos y se enfocan en crear condiciones favorables para que las células puedan realizar sus funciones adecuadamente.
Sabemos que la genética influye en el envejecimiento, sin embargo, sólo representa del 15% al 30% del proceso. El 70% – 85% restante son agentes externos como pueden ser la radiación ionizante, dietas altas en calorías y grasas, inflamación recurrente por infecciones, tabaquismo, alcohol, drogas, medicamentos, contaminantes ambientales, pesticidas y sustancias que alteran la comunicación entre las células llamados ‘’disruptores endocrinos’’. Nuestro cuerpo está expuesto constantemente a estos agentes externos que afectan su funcionamiento reduciendo la tasa de división celular y alterando el metabolismo.
Entonces, a partir de agentes externos, internamente enfrentamos estados que favorecen la disfunción celular que se expresa como mutaciones, activaciones celulares y enzimáticas excesivas, enfermedades autoinmunes e infecciones crónicas. Es así como las células tienen su propio proceso de envejecimiento a causa de los factores mencionados anteriormente, a esto se le llama senescencia.
La senescencia celular ocurre debido al daño acumulado en el ADN, lo que provoca disfunción celular e incapacidad para replicarse y regenerarse. Este proceso se desarrolla cuando las células consumen mucha energía y oxígeno, generando un estado de inflamación crónica que aumenta el estrés oxidativo. Este fenómeno produce radicales libres y mediadores inflamatorios que promueven la disfunción celular. A su vez, los radicales libres dañan el ADN, rompen las membranas celulares y oxidan lípidos y proteínas. Con el tiempo, esta inflamación crónica de bajo grado propicia la disfunción mitocondrial, el acortamiento de los telómeros y la acumulación de proteínas dañadas. Esto puede derivar en daño tisular, dolor, limitación física, declive funcional, falta de energía, alteración del metabolismo, distrofia muscular y enfermedades crónicas, como las condiciones cardiovasculares y neurodegenerativas, que están estrechamente relacionadas con el envejecimiento debido al daño oxidativo y la inflamación.
Es así como la acumulación de células sometidas al estrés puede resultar en defectos genéticos, neurodegeneración, condiciones crónico degenerativas y problemas de salud tan graves como el cáncer.
Es por eso, que tenemos que mejorar las condiciones en las que nuestras células funcionan para poder crear un ambiente favorable para su correcto desempeño, beneficiando a tejidos, órganos y sistemas. El microambiente de nuestro cuerpo puede propiciar la disfunción celular, por lo que es esencial evitar este proceso para tener una vida larga y saludable. Conocer nuestras necesidades en función de nuestro estilo de vida es crucial para manejar adecuadamente nuestro cuerpo y mejorar lo necesario. Es aquí donde interviene la medicina antienvejecimiento.
La medicina antienvejecimiento se enfoca en evitar estos cambios mediante la desintoxicación, desoxidación, desinflamación, protección del ADN y suplementación con cofactores bioquímicos que influyen positivamente estos procesos. Esta medicina combate la senescencia a través de diversas terapias enfocadas en evitar la activación del sistema inmune y la reducción de la inflamación que acelera el proceso de envejecimiento celular.
Las terapias antiaging se basan en cinco pilares principales: desintoxicación, desensibilización del sistema inmune, desinflamación, reducción del estrés oxidativo y estimulación de las enzimas antioxidantes.
Además de vitaminas y minerales esenciales, se implementan tratamientos con extractos naturales que mejoran la capacidad funcional de las células. Por ejemplo, la coenzima Q10 mejora la función mitocondrial, el ácido alfa lipoico reduce la producción de radicales libres y el resveratrol tiene efectos antioxidantes y antitumorales.
Otros ingredientes antiaging, también conocidos como senolíticos, como la quercetina y la fisetina también ayudan a mantener la viabilidad celular. Estas terapias individualizadas están respaldadas por investigaciones científicas y mejoran la respuesta fisiológica del cuerpo para combatir el envejecimiento.
En resumen, explorando y aplicando estos conocimientos y terapias, podemos desafiar los límites del envejecimiento y mejorar nuestra calidad de vida a medida que envejecemos. En Neolife implementamos terapias individualizadas y, a través de nuestros tratamientos, propiciamos condiciones favorables que la célula necesita para que pueda realizar sus funciones adecuadamente. Esto con el fin de controlar y, en el mejor de los casos, revertir las manifestaciones del envejecimiento con potencial riesgo de derivar en una condición de salud.