A veces achacamos los dolores o molestias de estómago al estrés. Otras, pensamos que tenemos algún tipo de intolerancia que nos causa digestiones pesadas, ardor o reflujo. ¿Y si el denominador común fuese una bacteria?.
El Helicobacter pylori (H.pylori) es una bacteria gástrica que afecta a más de la mitad de la población mundial. En ciertos casos será imprescindible descartar su presencia para proponer un tratamiento erradicador ya que esta infección crónica puede llevar al desarrollo de un cáncer gástrico.
Dra. Celia Gonzalo Gleyzes – Equipo Médico Neolife
Características del Helicobacter pylori
Es un bacteria gramnegativa, microaerófila (necesita un poco de oxígeno para vivir) tiene una forma alargada y cuenta con 4-6 flagelos en una de sus extremidades. Su hábitat es el estómago.
Su adaptación a este inhóspito ambiente ácido (pH bajo) es llamativa. Primero atraviesa la pared protectora de moco gástrico con sus flagelos y una vez adherida a la pared gástrica pone en marcha su actividad enzimática de la ureasa (proceso de transformación química). Convierte entonces la urea en amonio y en dióxido de carbono (éste a su vez pasará a bicarbonato). El amonio va a neutralizar la acidez del estómago y también va a causar daños en las células, provocando un estado inflamatorio.
El H.pylori puede utilizar el hierro de células epiteliales (células que recubren el estómago). Cuando la persona tiene una secreción ácida adecuada, la bacteria prolifera en el antro gástrico pero si no es así (por ejemplo, en casos de gastritis atrófica, de vagotomía o por toma de medicaciones), la bacteria migrará hacia el estómago proximal pudiendo causar una pangastritis (inflamación de todo el estómago).
La transmisión de la bacteria es fácil, oral-oral o fecal-oral, por eso es común que varios miembros de una misma familia estén infectados.
¿Qué puede causar la infección por H.pylori?
La clínica de este tipo de infección es muy variable. La úlcera péptica es una de sus manifestaciones y los pacientes pueden experimentar síntomas como dolor abdominal, náuseas, vómitos y saciedad temprana. Individuos ancianos pueden incluso permanecer asintomáticos. Entre las complicaciones de la úlcera están los sangrados, la obstrucción gástrica y la perforación. Se recomienda erradicar el H.pylori antes de empezar un tratamiento con antiinflamatorios (AINES).
El Colegio Americano de Gastroenterología (ACG) define la dispepsia como dolor o molestias en el epigastrio de más de un mes de evolución, esto motivaría la realización de un test para descartar infección por H.pylori. Si la infección se perpetúa llegaremos a un estado de gastritis crónica.
El H.pylori está fuertemente relacionado con el cáncer gástrico, se piensa que es responsable del 80% de los casos. Por otro lado, también se asocia con la aparición del linfoma MALT (linfoma de tejido linfoide asociado a mucosas), la forma más común de linfoma es el no-Hodgkin extraganglionar.
Para terminar, resaltamos que recientes estudios han asociado la púrpura idiopática trombocitopénica (PTI) y la anemia por déficit de hierro a infección por H.pylori.
¿Diagnóstico: cómo y cuándo?
Las principales indicaciones para realizar una prueba diagnóstica de H.pylori, según la ACG, son:
- Presencia de úlcera péptica activa.
- Antecedentes de úlcera péptica.
- Linfoma MALT de bajo grado.
- Historia de resección endoscópica de un cáncer gástrico temprano.
Los pacientes sin signos de alarma, menores de 60 años, que presenten dispepsia también son candidatos a pruebas diagnósticas, en su caso no invasivas. Los individuos con signos de alarma y/o mayores de 60 años requerirán una prueba inicial más invasiva, es decir, una endoscopia con toma de muestras (biopsias gástricas).
Otras situaciones especiales (individuos con anemias no aclaradas con déficit de hierro, PTI, tratamiento de larga evolución con ácido acetil salicílico (AAS), o paso previo a inicio de tratamiento con AINES) también se beneficiarán de pruebas diagnósticas.
Las pruebas no invasivas incluyen el sencillo test de ureasa (test del aliento) y la detección de antígenos de H.pylori en heces. Ambas pruebas son válidas, pero en zonas geográficas de baja prevalencia tras la realización del test en heces, sería conveniente confirmarlo con el test de ureasa.
El médico dará unas indicaciones previas (interrupción de ciertos fármacos) para no “falsear” los resultados de las pruebas.
Tratamiento
Tras el diagnóstico llega el momento de actuar y no siempre será fácil (fármacos mal tolerados, tratamiento que pueden llegar a 14 días…).
El profesional seleccionará una combinación de varios medicamentos (inhibidores de la bomba de protones como el omeprazol y de dos a tres antibióticos concomitantes) valorando alergias, intolerancias, interacciones y resistencias antibióticas.
Una vez completada la terapia, a las 4-6 semanas se tendrá que realizar una prueba para confirmar erradicación de la bacteria y en caso negativo se propondrá un nuevo tratamiento al paciente.
En más del 20% de los pacientes, el tratamiento inicial no llega a eliminar la bacteria, eso puede deberse a un mal cumplimiento terapéutico, a una resistencia antibiótica o a factores individuales (tabaquismo, diabetes mellitus y variantes genéticas de enzimas hepáticas).
Algunas curiosidades
Al parecer la bacteria del Kimchi (verduras coreanas fermentadas) y el té verde podrían proteger frente al H.pylori.
Sí, es posible reinfectarse, ante la reaparición de síntomas se aconseja hacer pruebas diagnósticas nuevamente.
Sin tratamiento la bacteria persiste toda la vida, el sistema inmune no la elimina. Algunos individuos, desafortunadamente, presentarán síntomas y enfermedad y otros no.
BIBLIOGRAFÍA
(1) Helicobacter pylori: A Review of Current Diagnostic and Management Strategies.