Los individuos caracterizados por un patrón de sueño “regular y óptimo” tuvieron una mortalidad significativamente menor en comparación con aquellos con un patrón de sueño “irregular e insuficiente”.
Cuidar de nuestros preciados ritmos circadianos -que son fundamentales para regular nuestros procesos biológicos- y conseguir un buen descanso nocturno y de forma sostenida en el tiempo, sin tomar medicación para ello, nos hará vivir más y mejor.
Dr. Alfonso Galán – Equipo Médico Neolife
El grupo de participantes de duración regular y óptima de su sueño se relaciona conductualmente con horarios regulares de acostarse y despertarse, lo cual podría sugerir que adherirse a una buena rutina de descanso podría reducir nuestra mortalidad por todas las causas.
En este artículo queremos hacernos eco de un interesante estudio que no hace más que confirmar lo que sabemos: Dormir es vital. El estudio fue presentado en Junio de este año en SLEEP 2023, la 37ª reunión anual de las Sociedades Profesionales Asociadas del Sueño.
Siguieron a 1726 pacientes durante una media de 7 años. Su descanso se midió utilizando un actígrafo de muñeca que registra la actividad de un individuo durante 24h, cuestionarios y polisomnografía.
Con los resultados se establecieron dos categorías, aquellos con sueño óptimo-regular y aquello con sueño insuficiente-irregular.
Tras ajustar por características socio-demográficas (edad, sexo, raza, estado civil, y trabajo diurno vs no diurno), estilo de vida (ejercicio, tabaquismo), estado de salud (depresión, índice de masa corporal, medicaciones totales tomadas, enfermedad cardiovascular..) y patología del sueño ( piernas inquietas, Apnea del sueño, severidad de insomnio..) se estimó la asociación entre los patrones de sueño y la mortalidad por todas las causas. Los análisis de sensibilidad se ajustaron adicionalmente. Se equipararon según los ingresos, la educación, la enfermedad pulmonar crónica prevalente, la presencia de un cáncer prevalente, la hipertensión, la diabetes y la dieta.
Estos ajustes son importantes para poder sacar conclusiones que den pie a hacer estudios de intervención. Si los grupos son muy heterogéneos los resultados pueden estar muy sesgados y aportar conclusiones poco fiables.
Pues bien, se registraron 171 muertes durante el seguimiento. El grupo de sueño “regular-óptimo” tuvo 42% menos de riesgo de mortalidad en comparación con el grupo de sueño “irregular-insuficiente” (Hazard Ratio 0,58 [0,43, 0,80]), en el modelo totalmente ajustado y el resultado se mantuvo robusto al análisis de sensibilidad.
Conclusión: En este estudio, los individuos caracterizados por un patrón de sueño “regular y óptimo” tuvieron una mortalidad significativamente menor en comparación con aquellos con un patrón de sueño “irregular e insuficiente”.
Nos indican adicionalmente que el grupo de participantes de duración regular y óptima de su sueño se relaciona conductualmente con horarios regulares de acostarse y despertarse, lo cual podría sugerir que adherirse a una buena rutina de descanso podría reducir nuestra mortalidad por todas las causas.
Esto es muy interesante, consideramos, y pone de manifiesto al menos, la enorme importancia de dormir bien de forma consistente para, nada menos, que alejar la muerte.
Queremos aprovechar para mencionar otro reciente artículo, más polémico quizá, pero que probablemente nos indica que conseguir un sueño regular y óptimo vía medicación, no es lo ideal.
En este estudio realizado sobre casi 500.000 adultos en Taiwán y publicado de Abril de este año en Sleep Health se identifica una asociación entre el uso de pastillas para dormir y un mayor riesgo de mortalidad y una esperanza de vida más corta, especialmente en personas que duermen mucho.
Contamos los fríos datos:
El estudio incluyó a 484,916 adultos que fueron categorizados según la duración del sueño diario en 4 grupos: extremadamente corto (<4 h), corto (4-6 h), medio (6-8 h) y largo (>8 h). Aquellos que conseguían de 6 a 8h de descanso sin usar pastillas tenían el riesgo de mortalidad más bajo. Mientras que los usuarios de pastillas para dormir, incluso con esta cantidad óptima de sueño, tenían un riesgo de mortalidad un 55% (IC del 95%, 1,38-1,73; p <0,001) mayor.
La esperanza de vida de los hombres de 30 años que usaban pastillas para dormir y que dormían muy poco o mucho tiempo era entre 12 y 13 años más corta que la de los no consumidores de pastillas para dormir y que dormían entre 6 y 8 horas. En promedio, la esperanza de vida de las personas que usaban pastillas para dormir (en comparación con las que no las usaban) era 5,3 (IC del 95%, 4,10-6,32) años más corta en los hombres y 5,7 (IC del 95%, 5,28-7,98) años en las mujeres.
Estos datos son, cuanto menos, chocantes, así expuestos. Seguimos.
Durante un período de seguimiento medio de 10 años, se produjeron 16.927 (3,5%) muertes, siendo las principales causas el cáncer (39,1%), las enfermedades cardiovasculares (19,6%) y las enfermedades respiratorias (7,1%).
En comparación con los no consumidores de pastillas para dormir con un tiempo de sueño medio -lo que se consideró el grupo de referencia-, los Hazard ratio (HR) o Cociente de riesgo para los usuarios de pastillas para dormir fueron de 1,37 (IC del 95 %, 1,19-1,59), 1,55 (IC del 95 %, 1,38-1,73) y 2,23 (IC del 95 %, 1,89-2,26) en los grupos con duraciones de sueño cortas, medias y largas, respectivamente. Para quienes dormían muy poco, el HR de las pastillas para dormir sobre la mortalidad fue de 1,33, pero no fue significativo después del ajuste por los factores de confusión.
Los investigadores hicieron ajustes estadísticos y análisis adicionales para tener en cuenta algunos factores que podrían estar involucrados en estos llamativos resultados. Por ejemplo, ajustaron varias condiciones de salud que podrían haber afectado de forma independiente a la posibilidad de ser un usuario de pastillas para dormir y la posibilidad de una muerte prematura. Estos ajustes contribuyen en cierta medida a aumentar la confianza en que sean las pastillas para dormir las responsables de las diferencias en la mortalidad. Pero, como dicen los investigadores en su artículo, aún persisten dudas sobre la causa y el efecto.
Así, ya que una pequeña porción (n = 2858; 0,5%) de los participantes del estudio tomaba medicamentos psiquiátricos, se ajustó por su uso obteniendo un resultado algo más diluido: después de ajustar por el uso de medicamentos psiquiátricos, los usuarios de pastillas para dormir tenían un 10%, 11% y 31% más de riesgo de mortalidad por todas las causas en aquellos con duraciones de sueño medias, cortas y extremadamente cortas, respectivamente.
Algún otro factor no contemplado y por el que no se hay ajustado, podría, de forma independiente, hacer que las personas sean más propensas a tomar pastillas para dormir y también aumentar el riesgo de muerte prematura. Por ello estos resultados hay que tomarlos con cautela.
Comentados estos dos estudios, pensamos que queda más claro de lo que ya lo teníamos, que cuidar de nuestros preciados ritmos circadianos -que son fundamentales para regular nuestros procesos biológicos- y conseguir un buen descanso nocturno y de forma sostenida en el tiempo, sin tomar medicación para ello, nos hará vivir más y mejor.
BIBLIOGRAFÍA
(1) OBJECTIVELY REGULAR SLEEP OF OPTIMAL DURATION AND MORTALITY: THE MULTI-ETHNIC STUDY OF ATHEROSCLEROSIS Joon Chung1, Matthew Goodman1, Tianyi Huang1, Tamar Sofer2, Suzanne Bertisch1, Shaun Purcell2, Cecilia Castro_Diehl1, Jarvis Chen3, Susan Redline4 1 Brigham and Women’s Hospital, 2 Brigham and Women’s Hospital, 3 Harvard TH Chan School of Public Health, 4 Division of Sleep Medicine, Harvard Medical School
(2) Sun Y, Tsai MK, Wen CP. Association of sleep duration and sleeping pill use with mortality and life expectancy: A cohort study of 484,916 adults. Sleep Health. 2023 Jun;9(3):354-362. doi: 10.1016/j.sleh.2023.01.017. Epub 2023 Apr 10. PMID: 37045661.