El consumo máximo de oxígeno (VO2max) representa la capacidad máxima del individuo de sintetizar energía en presencia de oxígeno. Es, posiblemente, el parámetro más utilizado en la valoración fisiológica, ya sea enfocada a la valoración del rendimiento en deportistas o enfocada a la salud.
Para la medición de este importante parámetro se utilizan los ergómetros, normalmente cicloergómetros (bicicletas estáticas) o tapices rodantes en los que el individuo se ejercita a intensidades crecientes conectado a una medición de electrocardiograma y un analizador de gases que mide el volumen de aire que mueve y la composición de oxígeno y CO2 que éste tiene.
Dr. Alfonso Galán González – Equipo Médico Neolife
El consumo máximo de oxígeno aumenta en relación directa con las cargas de trabajo impuestas
Cuando realizamos un ejercicio incremental (en el que va aumentando la intensidad) desde la situación de reposo hasta nuestra capacidad máxima de esfuerzo físico, observamos cómo cada incremento de la intensidad de esfuerzo requiere una mayor producción de energía e impone una carga adicional sobre la capacidad de los individuos en términos de metabolismo aeróbico, esto es la producción de energía (en presencia de oxígeno).
Así, precisamos consumir más oxígeno para satisfacer las demandas del ejercicio y ser capaces de generar la energía suficiente para mantenerlo. Este consumo de oxígeno (VO2) aumenta en relación directa con las cargas de trabajo impuestas, hasta un momento en que se estabiliza y alcanza una “meseta”, en que por mucho que aumentemos la intensidad, el consumo de oxígeno ya no puede aumentar. Esto es el consumo máximo de oxígeno (VO2max). Representa la capacidad máxima del individuo de sintetizar energía en presencia de oxígeno.
Un trabajo adicional sólo se podrá hacer sin usar oxígeno, por otra vía en la que se produce ácido láctico, acidificando el medio y llevando a la fatiga que impide continuar.
Para la medición de este importante parámetro se utilizan los ergómetros, normalmente cicloergómetros (bicicletas estáticas) o tapices rodantes en los que el individuo se ejercita a intensidades crecientes conectado a una medición de electrocardiograma y un analizador de gases que mide el volumen de aire que mueve y la composición de oxígeno y CO2 que éste tiene.
La medición del VO2 max nos permite valorar, no solo el gasto energético y la capacidad funcional del individuo, sino también el conjunto de aparatos y órganos que intervienen en la captación, transporte y utilización del oxígeno: aparato respiratorio, aparato cardiovascular y metabólico-muscular respectivamente. El Vo2max ha sido descrito como un indicador de salud cardiorrespiratoria, de morbilidad y de mortalidad de la población general.
Factores que influyen en el VO2max
- La edad: aumenta hasta los 20 años, se mantiene estable entre los 20 y los 30 y comienza a disminuir desde los 30 a una media de un 10% por década. Este descenso es menor en aquellas personas que realizan ejercicio físico a lo largo de su vida.
- El sexo: desde la pubertad existe una diferencia de un 15-30% a favor de los hombres a igualdad de peso y grado de entrenamiento. Estas diferencias parece que se deben a su menor porcentaje de masa magra y mayor de grasa, a su menor volumen sanguíneo total, menores valores de volumen sistólico (volumen de sangre que expulsa el corazón en cada latido), diferente uso de sustratos para producir energía y termorregulación (1).
- Factores hereditarios/genética: parece que este factor puede explicar hasta el 50% del Vo2max. De hecho, se sabe que esta herencia es fundamentalmente materna. También sabemos que no sólo influye en el valor máximo de Vo2 sino que también en su “entrenabilidad” (2).
- El tamaño y composición corporal. Explica hasta el 70% de las diferencias entre sujetos, sobre todo la masa magra, que es la de más actividad metabólica y la que más oxígeno consume.
- El estado y condición física del individuo. El entrenamiento puede permitir mejoras de un 20 a un 50%, siendo mayores cuanto más sedentarios sean los sujetos. Sin embargo, cuando se trata de deportistas ya bien entrenados, el margen de mejora es mucho menor.
Cuando el aparato cardiovascular se ve sometido a esfuerzos periódicos mantenidos durante un periodo de tiempo suficientemente prolongado, éste experimenta modificaciones que se denominan adaptaciones del aparato cardiovascular al esfuerzo.
Se calcula que 10 días de entrenamiento ya permiten encontrar adaptaciones consistentes en aumento de gasto cardíaco (cantidad de sangre bombeada por el corazón hacia la aorta por unidad de tiempo) y volumen latido.
Las adaptaciones dependen del tipo de ejercicio -predominantemente aeróbico o de fuerza-, la intensidad, duración del ejercicio y años de entrenamiento.
El ejercicio realizado de forma continuada tiene efectos directos sobre el miocardio consistentes en la mejora de la función contráctil, el aumento del tamaño ventricular al final de la fase de llenado, la bradicardia de reposo, la mejora de utilización de los sustratos energéticos y la mejora de la capacidad antioxidante (3).
El entrenamiento regular de resistencia produce una reducción de las cifras tensionales sistólicas en el reposo previo al esfuerzo, en el esfuerzo máximo y durante la recuperación del esfuerzo. El entrenamiento de potencia y de alta intensidad también ha demostrado una reducción significativa de la tensión arterial (4).
Son de considerable interés clínico las observaciones de que el ejercicio crónico hace al miocardio menos susceptible a los efectos perjudiciales de episodios isquémicos agudos y puede ser efectivo para prevenir y/o revertir muchos déficits funcionales cardíacos que ocurren en el contexto de la hipertensión arterial, edad avanzada e infarto de miocardio (5).
En Neolife somos conscientes de todos estos beneficios que tiene el ejercicio físico sobre nuestra salud cardiovascular –y en otros muchos ámbitos- y queremos que nuestros pacientes lleguen a su plenitud de salud y rendimiento. Por ello, realizamos estas pruebas para determinar su capacidad máxima de utilización de oxígeno y las repetimos evolutivamente para que tanto nosotros como el paciente podamos ver con datos objetivos cómo nuestro programa global de tratamiento ha mejorado su capacidad.
BIBLIOGRAFÍA
(1) Charkoudian N, Joyner MJ. Physiologic considerations for exercise performance in women. Clin Chest Med. 2004 Jun;25(2):247-55.
(2) di Prampero PE. Factors limiting maximal performance in humans. Eur J Appl Physiol. 2003 Oct;90(3-4):420-9
(3) Powers SK, Quindry J, Hamilton K. Aging, exercise, and cardioprotection. Ann NY Acad Sci. 2004 Jun;1019:462-70
(4) Cornelissen VA, Verheyden B, Aubert AE, Fagard RH. Effects of aerobic training intensity on resting, exercise and post-exercise blood pressure, heart rate and heart-rate variability. J Hum Hypertens. 2010 Mar;24(3):175-82
(5) Devereux GR, Wiles JD, Swaine IL. Reductions in resting blood pressure after 4 weeks of isometric exercise training. Eur J Appl Physiol. 2010 Jul;109(4):601-6