La testosterona siempre se ha visto como una moneda de dos caras, donde por una presenta unos importantes beneficios para el cuerpo y por otra se le presupone factor de riego para la aparición de tumores hormonodependientes como, por ejemplo, el cáncer de próstata.
Recientemente se ha publicado un estudio llevado a cabo por investigadores españoles y presentado en el último congreso europeo de urología donde no solo rechazan que la testosterona provoque cáncer de próstata sino que, de hecho, tener unos niveles en rango mejoraba el pronóstico de pacientes ya diagnosticados de ello y que habían sido sometidos a una prostatectomía radical.
Dr. Moisés De Vicente – Equipo Médico Neolife
Poco a poco la testosterona va librándose de su mala fama.
La testosterona siempre se ha visto como una moneda de dos caras, donde por una presenta unos importantes beneficios para el cuerpo y por otra se le presupone factor de riego para la aparición de tumores hormonodependientes como, por ejemplo, el cáncer de próstata.
Se trata de una hormona esencial para un correcto funcionamiento de nuestro organismo. Sin embargo, con el paso de los años, se produce un declive en su producción tanto en hombres como en mujeres, lo que suele acompañarse de síntomas como falta de vitalidad y disminución del apetito sexual. Pero es que, además de estos síntomas, la testosterona influye directamente en la regulación del metabolismo lipídico, del metabolismo de los hidratos de carbono y es capaz de modular la funcionalidad de diferentes células y tejidos como, por ejemplo, el tejido endotelial que tapiza nuestras arterias, el músculo, el tejido óseo, la grasa visceral o el tejido hematopoyético (1).
La mayor parte de estas acciones las realiza mediante la estimulación de un receptor androgénico y la activación de factores de crecimiento, encargados de estimular el metabolismo celular. Lógicamente, la falta de actividad a nivel de estos receptores, debido al declive progresivo en la producción de testosterona que se produce con el paso de los años, da lugar de forma progresiva a la aparición de disfunción sexual, a la pérdida de masa muscular y ósea y al aumento de la grasa visceral.
En definitiva, la falta de testosterona da lugar a múltiples procesos deletéreos para nuestro cuerpo. Esto podría subsanarse administrando la hormona de la que estamos deficitarios. Sin embargo, el miedo a que se pueda precipitar la aparición de un tumor hace que no se emplee en muchos casos, donde claramente es necesaria. Es el reverso de la moneda.
Pero parece que la moneda va a caer del lado que no estaba previsto, o al menos al que no imaginaban nuestro colegas predecesores en estudios hormonales. Recientemente se ha publicado un estudio llevado a cabo por investigadores españoles y presentado en el último congreso europeo de urología (2) donde no solo rechazan que la testosterona provoque cáncer de próstata sino que, de hecho, tener unos niveles en rango mejoraba el pronóstico de pacientes ya diagnosticados de ello y que habían sido sometidos a una prostatectomía radical.
En el estudio se incluyeron 824 pacientes en esta situación. A 152 de ellos, en quienes se objetivaron bajos niveles de testosterona antes de la cirugía, se les administró terapia con testosterona transdermal. Lo que se comprobó posteriormente es que este grupo de pacientes presentó una menor tasa de recurrencia bioquímica (niveles de PSA) al cabo de un año de cirugía frente a los que no fueron suplementados con la hormona. Se calculó que más de la mitad (hasta el 53%) se benefició de este tratamiento. Es más, el uso de testosterona se asoció con un mayor tiempo hasta la recurrencia o progresión del tumor. Concretamente, los pacientes recibiendo testosterona tardaban hasta 1.5 años más en presentar recurrencias frente a los que no la recibían.
Revisando los resultados, se sorprendieron al encontrar que aquellos pacientes que presentaban tumores más avanzados eran los que tenían unos niveles de testosterona inferiores en el momento del diagnóstico, mientras que lo que tenían al diagnostico unos niveles en rango normal, tenían tumores menos agresivos.
Hasta el momento, el tratamiento coadyuvante para este tipo de tumores era la castración química, mediante el uso de fármacos anti androgénicos. Sin embargo, este estudio está poniendo todas las guías de manejo boca abajo, al ser una terapia completamente opuesta a lo que se venía haciendo hasta ahora.
Pongámonos en la piel de uno de estos pacientes. Gracias a este hallazgo, podré iniciar un tratamiento con testosterona. No solo recupero mi deseo sexual, mi vitalidad, mi ánimo tras pasar por un evento tan disruptor como el diagnóstico de un tumor y la cirugía invasiva que se me ha practicado, sino que el precio de recuperar todas esas funciones vitales para el bienestar físico y mental de mi organismo es que ¡mejora el pronóstico de mi enfermedad tumoral!
Es evidente que son necesarios más estudios en este sentido, que incluyan más pacientes, con estadíos tumorales diferentes, etc. Pero el camino ya se ha iniciado. Es muy probable que, en el futuro próximo, las guías de tratamiento cambien y se promueva asegurar alcanzar unos adecuados niveles de testosterona en estos pacientes para mejorar su supervivencia. Y con ello, mejorar su calidad de vida.
Así pues, parece que poco a poco la testosterona va librándose de su mala fama, incluso entre aquellos sujetos que según la “creencia médica antigua” más la debieran temer.
En pacientes sanos, el tratamiento con testosterona es seguro. No existen artículos que demuestren que su uso se relacione con la aparición de tumores. Y después de ver como “protegen” a los pacientes con cáncer de próstata, parece poco probable que se publiquen
En Neolife consideramos el tratamiento con testosterona fundamental en aquellos pacientes con síndrome de déficit androgénico. Con ello logramos prevenir aquellas enfermedades que se relacionen claramente con su ausencia y por otro lado, solucionamos los síntomas que sus bajos niveles producen. Estamos en el reverso bueno de la moneda.
BIBLIOGRAFÍA
(1) Araujo AB, Dixon JM, Suarez EA et al. Clinical review: endogenous testosterone and mortality in men: a systematic review and meta-analysis. J Clin Endocrinol Metab 2011; 96: 3007–3019
(2) European Association of Urology (EAU) 2019 Congress: Abstract 646. Presented March 17, 2019.