La obesidad y el sobrepeso son realmente prevalentes en el mundo actual, 1,9 billones de personas en el mundo presentan un peso inadecuado. Se trata de un problema metabólico que al final favorece la aparición de enfermedades típicas del envejecimiento.
En Neolife manejamos esta enfermedad con diferentes herramientas: la educación nutricional, la actividad física, la optimización hormonal, la suplementación y ahora también con la microbiota. Está demostrado, existen conexiones bidireccionales entre el intestino y el cerebro.
Dra. Celia Gonzalo Gleyzes – Equipo Médico Neolife
Obesidad y microbiota
La obesidad se asocia a diferentes enfermedades (“comorbilidades” decimos los médicos), la lista es larga, en ella encontramos la diabetes, las complicaciones cardiovasculares (hipertensión, ictus, infarto), algunos tipos de cáncer, el reflujo gastroesofágico, la artritis…
Tener kilos de más nos hace perder calidad de vida y aumenta el riesgo de padecer depresión o ansiedad.
El origen de esta enfermedad es complejo y multifactorial, numerosos estudios sugieren que la señalización bidireccional dentro del eje intestino-cerebro está también implicada (mediada por mecanismos metabólicos, endocrinos, neurales e inmunológicos).
Las señales enviadas desde el sistema nervioso autónomo y desde el eje hipotálamo-hipofiso-adrenal modulan diferentes procesos intestinales (tránsito, motilidad, producción de moco, secreción de fluidos, activación inmune, permeabilidad intestinal, diversidad microbiana y expresión de genes de las bacterias de la microbiota).
El eje intestino-cerebro (EIC) es responsable de cambios en las hormonas relacionadas con el apetito: leptina, ghrelina y GLP-1. La conexión neural del EIC a través del nervio vago tiene un papel central en la conducta alimentaria.
¿Cómo actuar sobre el eje intestino-cerebro? Utilizando probióticos, simbióticos y recurriendo a trasplantes fecales.
Conexión neural entre el intestino y el cerebro
Hay fibras nerviosas que unen cerebro e intestino. Las vías más importantes son las del nervio vago y las del sistema nervioso autónomo.
Existen cuatro niveles de organización en esas vías neuroanatómicas (por su complejidad no las vamos a detallar).
Los metabolitos producidos por las bacterias, los ácidos grasos de cadena corta son detectados, son quimiorreceptores, desencadenan una señal que se transmite al nervio vago.
Para dar un ejemplo interesante sobre los efectos de estas bacterias podemos hablar del Lactobacillus rhamnosus JB-1, éste influencia la expresión de receptores de GABA (ácido gamma aminobutírico) en regiones del cerebro relacionadas con las emociones y el comportamiento y también modula las conductas ansiosas.
Estudios han relacionado el Lactobacillus reuteri con comportamientos sociales, interesante para el trastorno del espectro autista.
Sistema endocrino y eje intestino-cerebro
Los ácidos grasos de cadena corta (SCFAs), en particular el ácido butírico y el propiónico, pueden pasar al torrente circulatorio y tener efectos directos sobre el cerebro. Estas moléculas afectan a diferentes vías metabólicas (metabolismo de la glucosa, síntesis de catecolaminas) pero también a cascadas inmunológicas.
La secreción hormonal de GLP1-1, de péptido YY e indirectamente de ghrelina puede activarse por los SCFAs.
La microbiota intestinal produce diversos neurotransmisores (catecolaminas, GABA, triptófano…) que pueden actuar sobre el hipotálamo.
Es interesante comentar que la exposición temprana (primeras semanas de vida) al LPS (lipopolisacárido, parte de la pared de las bacterias Gram-negativas) puede provocar un incremento de la secreción de ACTH y de costicosterona en el adulto ante situaciones de estrés.
Al principio hablábamos de relación bidireccional, este aspecto se confirma, el estrés modifica el microbioma.
Más datos sobre microbiota y obesidad
El acetato, otro SCFA producido por las bacterias intestinales suprime la sensación de apetito a través de mecanismos hipotalámicos. Curiosamente si el acetato se incrementa demasiado (podría ocurrir en situación de disbiosis) el efecto es contrario, todo es cuestión de equilibrio.
Desgraciadamente la microbiota asociada a obesidad hace que “aprovechemos” más los alimentos, aumenta la eficiencia calórica (calorías recuperadas).
Las personas que sufren obesidad tienen una proporción alterada de dos grupos de bacterias: más firmicutes y menos bacteroidetes.
Tratamiento individualizado
Para proponer una solución es mejor recabar más información. En Neolife nos apoyamos sobre estudios de microbiota (muestra de heces) y de intolerancias alimentarias (muestra de sangre).
Buscamos recuperar la integridad intestinal (evitar la permeabilidad intestinal y la inflamación), revertir una situación de disbiosis (bacterias beneficiosas disminuidas y nocivas elevadas) y solucionar problemas de salud asociados. Los lactobacillus y las bifidobacterias son potentes aliados en esta lucha, son los denóminados probióticos.
Los prebióticos (“alimentos de las bacterias”) son también indispensables. La lactulosa, los oligosacáridos, fructooligosacáridos, galactooligosacáridos y los polifenoles se obtienen de la alimentación y a veces se pautan como suplementos.
Bacteria estrella, la Akkermansia muciniphila
No podemos acabar este artículo sin mencionar a esta prodigiosa bacteria Gramnegativa. Consigue liberar metabolitos activos que modulan el eje intestino-cerebro cuando aportamos fibra insoluble. Por otro lado, produce enzimas que degradan la mucina (a su vez estimula la producción de mucus intestinal por las células caliciformes), ella así recupera carbono y nitrógeno.
La actividad metabólica de la A.muciniphila en el huésped lleva a cambios en los niveles de endotoxinas y en las producción de ácidos grasos, eso conlleva una elevación de la oxidación de los ácidos grasos en el intestino y en el tejido adiposo.
Tener un nivel de Akkermansia disminuido favorece la elevación de los lípidos en sangre y altera el metabolismo de la glucosa, hallazgos típicos de enfermedades como la diabetes tipo 2 y la obesidad (1).
BIBLIOGRAFÍA
(1) Asadi A, Shadab Mehr N, Mohamadi MH, Shokri F, Heidary M, Sadeghifard N, Khoshnood S. Obesity and gut-microbiota-brain axis: A narrative review. J Clin Lab Anal. 2022 May;36(5):e24420. doi: 10.1002/jcla.24420. Epub 2022 Apr 14. PMID: 35421277; PMCID: PMC9102524. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/35421277/
(2) Suganya, Kanmani, and Byung-Soo Koo – https://www.mdpi.com/1422-0067/21/20/7551 “Schematic diagram showing the communication between the gut and brain. This is a bidirectional relationship that is strongly influenced by multiple pathways, including the autonomic nervous system (ANS), enteric nervous system (ENS), hypothalamic–pituitary–adrenal (HPA), immune pathways, endocrine pathways, and neural pathways.” (Suganya, Kanmani, and Byung-Soo Koo. 2020)