Microbiota

La microbiota intestinal, la obesidad y la inflamación: un triángulo clave para la salud metabólica


En los últimos años, la ciencia ha profundizado en la conexión entre nuestra microbiota intestinal y la salud metabólica, revelando un vínculo directo con condiciones como la obesidad y la inflamación crónica. Este eje microbiota-intestino-metabolismo abre nuevas puertas para abordar estas patologías desde una perspectiva más integral.

Cada vez es más evidente que abordar problemas como la obesidad requiere ir más allá de las calorías o las dietas estrictas. Nuestra microbiota intestinal juega un papel crucial, y cuidarla puede ser la clave para mejorar no solo el peso, sino también la salud global.

Estefanía Álvarez – Unidad de Nutrición Neolife


Microbiota intestinal y algunas de sus funciones

La microbiota intestinal es un ecosistema formado por billones de microorganismos, principalmente bacterias, que habitan nuestro tracto digestivo. Aunque invisibles a simple vista, estos pequeños habitantes desempeñan funciones vitales para nuestra salud:

  • Metabolismo de nutrientes: ayudan a descomponer carbohidratos complejos, proteínas y grasas que de otra forma no podríamos digerir.
  • Producción de compuestos bioactivos: incluyen vitaminas como la K, el ácido fólico y ácidos grasos de cadena corta (AGCC), esenciales para la energía celular.
  • Comunicación con el sistema inmunológico: regulan la respuesta inmune y protegen contra agentes patógenos externos.
  • Modulación del sistema nervioso: a través del eje intestino-cerebro, influyen en nuestro estado de ánimo y bienestar general.

El equilibrio entre microorganismos beneficiosos y perjudiciales es fundamental para que estas funciones se mantengan. Cuando se rompe este equilibrio, surgen problemas que afectan tanto el metabolismo como la respuesta inflamatoria.

La relación entre microbiota y obesidad

Cada vez más investigaciones apuntan a que la microbiota intestinal puede influir directamente en el riesgo de desarrollar obesidad. Entre los mecanismos más estudiados se destacan:

  1. Alteración en la diversidad microbiana: las personas con obesidad suelen tener una microbiota menos diversa, lo que limita la capacidad del intestino para metabolizar de forma eficiente los nutrientes. Esto puede contribuir al almacenamiento excesivo de grasa.
  2. Relación firmicutes/bacteroidetes: un desequilibrio entre estos dos principales grupos bacterianos favorece una mayor extracción de calorías de los alimentos. Esto significa que, incluso comiendo lo mismo, una microbiota alterada puede llevar a un mayor almacenamiento de energía como grasa.
  3. Producción de compuestos inflamatorios: algunas bacterias producen metabolitos que activan vías inflamatorias, lo que a su vez puede favorecer la resistencia a la insulina, un paso previo al desarrollo de diabetes tipo 2.
  4. Regulación del apetito y la saciedad: la microbiota también influye en la producción de hormonas como la grelina (apetito) y la leptina (saciedad), afectando la forma en que sentimos hambre y cómo controlamos nuestro consumo de alimentos.

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Inflamación crónica: el puente entre la microbiota y la obesidad

La inflamación de bajo grado es una condición subyacente a la obesidad y está estrechamente relacionada con una microbiota intestinal alterada.

Este tipo de inflamación no provoca síntomas evidentes en el corto plazo, pero ejerce un impacto significativo en la salud metabólica, aumentando el riesgo de desarrollar enfermedades como diabetes tipo 2, hipertensión y enfermedades cardiovasculares.

Dos mecanismos clave que conectan la microbiota y la inflamación son:

  • Intestino permeable y lipopolisacáridos (LPS):

En un intestino sano, la barrera intestinal actúa como un filtro que permite el paso de nutrientes al torrente sanguíneo, mientras bloquea el acceso de toxinas y bacterias. Sin embargo, cuando esta barrera se debilita, fragmentos de las membranas de bacterias gramnegativas llamados lipopolisacáridos (LPS) pueden atravesarla.

Los LPS son detectados por el sistema inmune como agentes extraños, desencadenando una respuesta inflamatoria sistémica. Este proceso perpetúa un estado de inflamación crónica de bajo grado que contribuye a la resistencia a la insulina, acumulación de grasa visceral y disfunción metabólica.

  • Producción insuficiente de ácidos grasos de cadena corta (AGCC):

Las bacterias beneficiosas fermentan la fibra dietética para producir AGCC, como el butirato, que tienen propiedades antiinflamatorias. En condiciones de disbiosis, la producción de estos compuestos se reduce, dejando al intestino más vulnerable a la inflamación y afectando la comunicación saludable entre el intestino y el sistema inmunológico.

¿Qué podemos hacer para cuidar nuestra microbiota y prevenir la inflamación?

La buena noticia es que podemos influir de forma directa y positiva en nuestra microbiota a través de los hábitos de vida. Aquí te dejamos algunas recomendaciones clave:

  • Adopta una dieta rica en fibra:

Alimentos como frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales son fundamentales para nutrir a las bacterias beneficiosas.microbiota

 

  • Incluye alimentos fermentados:

Productos como el kéfir, yogur natural, chucrut, kimchi y kombucha aportan probióticos naturales que enriquecen la diversidad bacteriana.

  • Evita el consumo excesivo de ultraprocesados:

Este tipo de alimentos, ricos en azúcares, grasas trans y aditivos, no solo afectan la microbiota, sino que también contribuyen a la inflamación sistémica.

  • Mantén un horario regular de comidas:

La microbiota sigue ritmos circadianos que se ven afectados por los hábitos alimenticios irregulares.

  • Evita el uso innecesario de antibióticos:

Estos medicamentos eliminan tanto bacterias dañinas como beneficiosas, causando desequilibrios duraderos en la microbiota.

  • Consulta sobre probióticos y prebióticos:

En casos específicos, el uso de suplementos puede ser útil, pero siempre bajo supervisión profesional para asegurar su efectividad y seguridad.

En Neolife, entendemos que la salud metabólica y la gestión de la obesidad van más allá de contar calorías. Nuestros programas personalizados consideran el papel de la microbiota intestinal y su impacto en la inflamación, ofreciendo estrategias que combinan nutrición avanzada, actividad física y seguimiento médico.