¿Es la depresión un trastorno biológico o una respuesta al estrés psicosocial cuando el individuo no puede afrontarlo? La depresión exógena o reactiva presenta una causa fácil de identificar, sin embargo la depresión endógena no tiene una causa evidente.
Esto ha llevado a considerarla como una disfunción biológica, donde ciertos neurotransmisores como la serotonina, y sistemas más complejos como el sistema nervioso central y el inmunológico, y el eje hipotálamo-hipofiso-suprarrenal, jugarían un papel muy importante en su desarrollo.
Dra. Débora Nuevo Ejeda – Equipo Médico Neolife
Depresión: la pandemia del futuro.
Se estima que unos 300 millones de personas en todo el mundo sufre depresión o algún trastorno del ánimo, a pesar de que casi el 90% no recibe tratamiento.
España es el 4º país de la Unión Europea con más casos de depresión según la Encuesta Nacional de Salud del 2017. Uno de cada 10 adultos y uno de cada 100 niños presenta problemas de salud mental. Uno de cada 10 adultos recurre a las benzodiacepinas y uno de cada 20 toma antidepresivos. El gasto económico que supone queda claro.
Y lo peor está aun por llegar, en la última crisis económica que tuvo lugar en España sin ir más lejos, se incrementaron los trastornos del ánimo un 20%, los de ansiedad un 8% y los de abuso de alcohol un 5%.
Es obvio la importancia que esta enfermedad tiene para la población general y para la investigación científica, por lo que el estudio de sus posibles causas y potenciales tratamientos es un tema en auge, aunque aun algunos de sus mecanismos fisiopatológicos sigan siendo desconocidos.
Posibles causas de la depresión.
La depresión es, sin duda alguna, multifactorial. Entre sus causas podemos destacar:
- Factores genéticos: se han vinculado algunos genes determinados con el desarrollo de ciertos trastornos del ánimo.
- Factores químicos: las alteraciones de sustancias neurotransmisoras producen disbalances que ocasionan alteraciones a nivel del sistema nervioso central y la psique.
- Factores psicosociales: quizá son los factores más estudiados y conocidos, sobre los que nos centraremos menos en este artículo. Con una excepción: la relación entre el estrés, tanto físico como emocional, con la activación de una cascada inflamatoria que propicia la clínica típica de una infección pero también la aparición de por ejemplo, anhedonia y disforia, síntomas claros en una depresión.
Factores genéticos:
La depresión endógena y el trastorno depresivo mayor tienen una influencia genética más significativa. El riesgo de padecerla es más elevado en familiares de primer grado, incluso independientemente de los factores ambientales y de la educación. Algunos marcadores potenciales para los trastornos del ánimo han sido localizados en los cromosomas 4,5, 11, 18, 21 y X.
Un ejemplo claro de esta relevancia genética es el polimorfismo funcional existente en la región promotora del gen transportador de la serotonina, que modula la influencia del estrés en la depresión.
Cada persona hereda dos copias de este gen (llamado SLC6A4), una de cada progenitor. Si un sujeto recibe, al menos, una copia con la variante corta, imágenes tomadas con escáner ante estímulos emocionales como el miedo muestran mayor actividad en la amígdala del cerebro, lo que se traduce en más sensibilidad ante situaciones de estrés. Otros estudios han recogido mayor tendencia suicida y más síntomas depresivos en pacientes con una o más copias del alelo corto de este gen.
Factores químicos:
Se han evidenciado que niveles anormales de neurotransmisores aminérgicos (serotonina, norepinefrina y dopamina), que actúan en las neuronas del sistema nervioso central, podrían jugar un papel fundamental en la fisiopatología de la depresión.
Serotonina
La serotonina ejerce una acción importante en la conducta, movimiento, apreciación del dolor, actividad sexual, apetito, funciones cardiacas, endocrinas y en el ciclo de sueño-vigilia.
La mayor parte de este neurotransmisor se produce en los núcleos del rafe, localizados en el tronco del encéfalo entre el bulbo y el puente.
La serotonina se produce a partir del aminoácido triptófano, que es transportado a través de la barrera hematoencefálica por el gran transportador de aminoácidos. Este transportador también mueve otros aminoácidos y el triptófano tiene que competir con ellos. Por lo tanto, la concentración de triptófano también depende de la concentración de otros aminoácidos.
Noradrenalina (NA)
En el tallo cerebral se encuentra el locus coeruleus donde se genera la noradrenalina. Este locus coeruleus posee actividad como marcapasos y sus neuronas aumentan su actividad en la vigilia y en los episodios de estrés. Por ello, es lógico aceptar que el estrés crónico genera depresión reactiva. Las reservas de noradrenalina en el cerebro tienden a agotarse y a mantener este estado de depresión.
El déficit de este neurotransmisor y el desequilibrio con la serotonina puede llegar a ser incluso causa de psicosis depresiva, unipolar o bipolar. El tratamiento de estos trastornos está por ello dirigido a mejorar la actividad de la NA.
El precursor de la NA es el aminoácido tirosina, que es primero convertido en dopa.
Dopamina
La dopamina se genera en la pars compacta del Locus Niger y en otras neuronas del meséncefalo. Es principalmente un neurotransmisor inhibidor y colabora en mantener el estado de alerta. Se sintetiza a partir de la tirosina por la misma vía que la noradrenalina.
Mientras que la serotonina y la noradrenalina ejercen más influencia sobre los patrones conductuales y la función mental, la dopamina está más involucrada en la función motriz.
La interacción entre estos tres neurotransmisores se considera tan importante, que hace ya 50 años se estableció la llamada “hipótesis de las monoaminas en la depresión“.
La monoamino-oxidasa es una enzima que regula la degradación metabólica de serotonina y noradrenalina en el sistema nervioso. De ahí se pueden explicar los efectos beneficiosos de los antidepresivos triciclícos y los inhibidores de la monoamino-oxidasa (IMAO). Así mismo se ha postulado la idea de que la ingesta de alimentos ricos en triptófano dentro de la dieta, podría ser de ayuda en la recuperación de los cuadros depresivos o incluso mermar su aparición.
En un principio esta hipótesis se apoyaba en el concepto de que la depresión podría ser causada por un defecto en la función de estas monoaminas en lugares cerebrales concretos, de tal manera que los antidepresivos ejercían sus efectos aumentando estas monoaminas en las terminales sinápticas.
Se ha demostrado que el tabaquismo crónico inhibe la monoamino-oxidasa B q es una enzima que participa en la degradación de la dopamina y la monoamino-oxidasa A. Esto explica una parte de la acción antidepresiva que posee la nicotina.
Además, algunos estudios en laboratorio y clínicas evidencian la participación de receptores nicotínicos en funciones cerebrales complejas y también en el desarrollo de varias enfermedades neuropsiquiátricas como el parkinson o el alzheimer, algunos tipos de epilepsia y en la esquizofrenia. En estas patologías estos receptores nicotínicos están disminuídos, y el tabaquismo podría considerarse una forma de automedicación en la esquizofrenia, en el déficit de atención y también en la depresión.
Otros estudios sugieren que la depresión podría facilitar el abuso de alcohol y que la nicotina ayudaría a reducir este uso de alcohol. Se ha visto en modelos experimentales que la administración crónica de niveles altos de nicotina, disminuye la ingesta de alcohol y aumenta la actividad locomotora aunque también la agresividad.
Sin embargo, otros efectos nocivos de la nicotina y el tabaco alejan su uso del concepto terapéutico. Fármacos como la duloxetina, sertralina y reboxetina, antagonistas de ciertos receptores nicotínicos (nAChRs), han resultado un tratamiento efectivo y señalan nuevas rutas hacia la generación de antidepresivos más eficaces.
En los siguientes artículos intentaremos exponer qué es la depresión y cuáles con las bases bioquímicas y neuroanatómicas, para centrarnos después en el importante papel que el estrés y el proceso inflamatorio que tienen en su desarrollo.
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