Área de Nutrición de Neolife
La dieta cetogénica es clave en la lucha contra el cáncer y se ha demostrado como una importante herramienta no farmacológica en su tratamiento.
Las células tumorales no pueden servirse de la cetosis para obtener energía, ya que carecen de la capacidad de utilizar los cuerpos cetónicos, dependiendo en gran medida de la glucólisis para su supervivencia. Una alimentación carente de carbohidratos y rica en proteínas y grasas logra una limitación en el suministro de glucosa, por lo que la glucólisis disminuye y las células tumorales pierden su principal suministro de energía.
Desgraciadamente, en la guerra contra el cáncer la sabiduría convencional no ha sido muy efectiva cuando se trata de la prevención y el tratamiento de la enfermedad, y cientos de miles de personas mueren prematuramente cada año como consecuencia de ello.
¿Cómo podemos abarcar la prevención y el tratamiento del cáncer desde un punto de vista nutricional?
La dieta cetogénica es aquella que tiene como objetivo generar una situación de cetosis (formación de cuerpos cetónicos) similar a la que ocurre en el ayuno. Tal situación se logra bien por un aporte insuficiente de alimentos -la cantidad de energía de la dieta es menor que la requerida-, o bien por una restricción de alimentos ricos en glúcidos -eliminando los carbohidratos y aumentando el consumo de alimentos ricos en proteínas o en grasas-. Este tipo de dietas, que solo se deben aplicar bajo control médico y durante un tiempo limitado, han demostrado ser las más efectivas en la lucha contra el cáncer.
¿Por qué es tan efectiva la dieta cetogénica en la lucha contra el cáncer?
En su estado natural en el cuerpo las células dependen de la respiración celular como fuente de energía y ATP. Durante periodos de privación de alimentos, o en ausencia de glucosa, estas células también pueden recurrir a la cetosis como fuente de energía adicional. Las células tumorales, sin embargo, no pueden servirse de la cetosis para obtener energía porque carecen de la capacidad de utilizar los cuerpos cetónicos y, en cambio, dependen en gran medida de la glucólisis para su supervivencia. De modo que las células malignas necesitan la glucólisis para la producción de energía, incluso en estados elevados de oxígeno.
Desde el ámbito de la nutrición, llevando una alimentación carente de carbohidratos y rica en proteínas y grasas, se logra una limitación en el suministro de glucosa, por lo que la glucólisis disminuye y las células tumorales pierden su principal suministro de energía.
Además, el aumento de la ingesta de hidratos de carbono se detecta por el páncreas y esto se traduce en un aumento en la secreción de insulina. La insulina es importante para el crecimiento normal en el cuerpo y es un potente factor de crecimiento estimulante de la mitosis a través de la transducción de señales y la síntesis de ADN. Como factor de crecimiento actúa mediante la unión a los receptores de insulina de la membrana celular, estimulando la mitosis y la síntesis de ADN de las células del cuerpo.
La insulina también tiene propiedades de anti-apoptosis, lo que significa menos muerte celular del tumor.
El aumento de los niveles de insulina circulantes se ha asociado con el aumento de riesgo de ciertos tipos de cáncer (cáncer de próstata y de colon). De modo que al limitar la ingesta de hidratos de carbono se logra una reducción en el crecimiento tumoral y un aumento de la destrucción de las células tumorales.
La mejor forma de llevar una dieta cetogénica adecuada es mantener niveles muy bajos en la ingesta de carbohidratos, y sustituirlos por grasas beneficiosas (ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados), tratando de mantener una relación Ω-6/ Ω-3 cercana a 3, y limitando la proteína a fuentes orgánicas de alta calidad. Lo más aconsejable es el consumo de 1 o 1,5 gramos de proteína por kilogramo de peso corporal.
Una buena alimentación es especialmente importante cuando se padece cualquier tipo de cáncer, porque la enfermedad y sus tratamientos pueden cambiar la forma de comer (naúseas, pérdida de apetito, mayores necesidades energéticas y diferente tolerancia a los alimentos), pero también la forma de comer tiene un efecto determinante en el tratamiento de la enfermedad. La dieta cetogénica, bien realizada y controlada por especialistas, ha llevado a muchas personas de regreso a la salud, incluso después de haber sido diagnosticados con cáncer agresivo y sin ninguna esperanza de sobrevivir.
Además del seguimiento de una dieta cetogénica, algunas recomendaciones nutricionales en el tratamiento de cáncer por la Cancer Research UK Epidemiology Unit de la Universidad de Oxford son las siguientes:
- Una ingesta moderada de alcohol (causa cánceres de la cavidad oral, faringe, esófago e hígado).
- Minimizar la exposición a la aflatoxina, un moho que se encuentra en el trigo, nueces, maíz… (cáncer de hígado).
- Evitar las conservas de carne y la carne roja (cáncer colorrectal).
- Consumir sal de forma moderada (cáncer de estómago).
- Evitar las bebidas y alimentos muy calientes (cáncer de la cavidad oral, faringe y esófago).
BIBLIOGRAFÍA
(1) https://www.cancer.gov/clinicaltrials/search/view?cdrid=742309&version=HealthProfessional
(2) https://articles.mercola.com/sites/articles/archive/2013/03/10/ketogenic-diet.aspx