Cuando pensamos en una infección por SARS-CoV-2 (COVID-19) visualizamos en primer lugar a personas con síntomas respiratorios o con un cuadro pseudogripal. Lo cierto es, que este virus también ataca directa e indirectamente al sistema nervioso central (SNC).
Esta pandemia puede afectar a nuestra salud, aunque no nos contagiemos. La situación de angustia, el miedo, la incertidumbre, el aislamiento y el duelo provocados por este gran problema podrán desencadenar trastornos psiquiátricos en personas previamente sanas.
Dra. Celia Gonzalo Gleyzes-Equipo Médico Neolife
Mecanismo de invasión del sistema nervioso central (SNC) por el COVID-19
La presencia de receptores de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2) podría no ser la única explicación del tropismo por el sistema nervioso central, se piensa que el transporte axonal (por las fibras nerviosas) actuaría en la diseminación del virus.
Las gotas de aerosol permiten que el virus alcance la mucosa nasal del huésped, obteniendo posteriormente acceso al sistema nervioso central a través de la lámina cribosa. De manera concomitante, el virus pasa al torrente sanguíneo, que es una vía adicional para alcanzar el flujo sanguíneo cerebral. Una vez en el sistema nervioso central, el receptor ACE2 ligado a la membrana, que es ubicuo y detectable también sobre el endotelio capilar cerebral, las células gliales y las neuronas, asegura que los CoVs (coronavirus) se fusionen con la superficie de las células a través de las proteínas capsulares. A los pocos días de la infección, el coronavirus, que se ha difundido, es detectable en el cerebro (y en el líquido cefalorraquídeo).
Las ramas sensoriales de los nervios trigémino y vago también pueden conducir a la invasión viral de los núcleos de troncos cerebrales, y más tarde incluso al cerebelo.
Entre las patologías y los síntomas producidos por esta invasión destacamos: meningitis, encefalitis, dolor de cabeza, mareo, anosmia, deterioro de la conciencia, síntomas psiquiátricos y enfermedades cerebrovasculares agudas. Sin embargo, el mecanismo responsable de las enfermedades cerebrovaculares es probablemente diferente y no requiere una invasión viral directa del sistema nervioso central. El COVID-19 puede causar un síndrome de tormenta de citoquinas que, junto con la elevación de los niveles del dímero D, la trombopenia (plaquetas bajas) y la hipoxia (mala oxigenación), eleva el riesgo de eventos cerebrovasculares. Las células y neuronas gliales infectadas también pueden desempeñar un papel importante en el daño tisular del sistema nervioso central, teniendo propiedades in vitro para secretar citoquinas inflamatorias y así potencialmente perpetuar la inflamación y causar desmielinización, edema y secuelas neurológicas a largo plazo.
Además, la infección directa de los centros cardiorrespiratorios en el sistema nervioso central parece contribuir a la insuficiencia respiratoria y la muerte en pacientes afectados por el SRAS-CoV-2.
COVID 19 y depresión: una interesante hipótesis
Existe una relación entre las alteraciones del estado de ánimo y los niveles de citoquinas inflamatorias, incluyendo el factor de necrosis tumoral alfa (TNFalfa) y las interleuquinas (IL-1 y IL-6). Estas citoquinas inducirían depresión. La clave está en la indolamina 2,3 dioxigenasa (IDO), enzima que degrada el triptófano, aminoácido esencial necesario para la síntesis de la serotonina. Las citoquinas aumentarían la IDO provocando una disminución del neurotransmisor serotonina.
Ambiente psicosocial y alteraciones psiquiátricas
Es difícil identificar el origen de las alteraciones psiquiátricas que ahora tienen una alta prevalencia por el COVID 19, pueden aparecer por afectación directa biológica de estructuras cerebrales o por los problemas derivados de la pandemia (aislamiento, miedo, medidas preventivas, pérdida de familiares, cambio de condiciones laborales, enfermedad, etc.).
La infección por COVID-19 se ha relacionado con nuevos diagnósticos de psicosis, problemas del estado de ánimo, alteraciones tipo estrés postraumático y suicidios (aumento del 20-30%). La gente que ha estado expuesta al virus tiene un riesgo triplicado de desarrollar un trastorno de estrés postraumático. El miedo intenso sería el predictor más significativo para la depresión y para el síndrome de estrés postraumático.
¿Y esos pacientes que ya tenían alguna alteración psiquiátrica antes del COVID?
Se ha observado que el 20,9%, según algunos estudios, ha empeorado y que los trastornos de conducta alimentaria también se han agudizado.
En el personal sanitario se han detectado mayores niveles de síntomas asociados al trastorno obsesivo compulsivo (1,2).
Manejo de alteraciones neurológicas y psiquiátricas
Lo primero sería identificar el tipo de alteración para buscar al especialista adecuado (neurólogo, psiquiatra, psicólogo etc.), lo segundo moderar el aislamiento social (buscar otras alternativas de comunicación) y lo tercero, buscar soluciones (terapias cognitivo-conductuales, utilización de algunos suplementos con 5-HTP (Neocalm), triptófano o fármacos (ansiolíticos y antidepresivos).
BIBLIOGRAFÍA
(1) Vindegaard N, Benros ME. COVID-19 pandemic and mental health consequences: Systematic review of the current evidence. Brain Behav Immun. 2020 Oct;89:531-542. doi: 10.1016/j.bbi.2020.05.048. Epub 2020 May 30. PMID: 32485289; PMCID: PMC7260522.
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