Según una revisión de la literatura médica, existen mecanismos de asociación entre el peso del paciente y la probabilidad de padecer un cáncer de próstata.
La obesidad se reconoce como uno de los factores de aparición y agresividad del cáncer de próstata. Tratándola como un factor de riesgo cancerígeno, dándole la importancia y relevancia que realmente tiene para la salud de las personas, conseguiremos disminuir el número de nuevos casos de cáncer de próstata y mejoraremos la evolución de los pacientes que ya han contraído la enfermedad.
Dr. Francisco Martínez Peñalver – Equipo Médico Neolife
A la lista de tumores relacionados con la dieta y el peso se suma el cáncer de pulmón.
Cada día aparece mayor carga de evidencia científica acerca de lo que comemos y el riesgo de padecer determinadas enfermedades como el cáncer. Recientemente, a la lista de tumores relacionados con la dieta y el peso se suma el cáncer de pulmón (en todas sus variantes histológicas) y se ha reforzado el conocimiento de cómo estos factores influencian la aparición y mala evolución a pesar del tratamiento del cáncer de próstata.
Según una reciente revisión de estudios clínicos, el cáncer de pulmón presenta hasta un 16% más de riesgo en pacientes con una dieta con exceso de grasas saturadas en comparación con aquellos pacientes que siguen una dieta baja en grasas, como por ejemplo la dieta Mediterránea o la dieta DASH (una dieta para pacientes hipertensos). Con sustituir un 5% de las calorías que estos pacientes ingieren ya se consigue una reducción de este riesgo.
Con respecto al cáncer de próstata, su asociación es más hacia el peso del paciente que a la dieta que realice. Existe una revisión de abril de 2017 de la literatura médica existente hasta ese momento, que define los mecanismos de asociación entre peso del paciente y la probabilidad de padecer un cáncer de próstata. Y es que en la obesidad se producen varios eventos que van poniendo al paciente en una situación favorable para desarrollar un cáncer de próstata.
En primer lugar, la obesidad produce una desregulación del eje hormonal Insulina/IGF-1. El aumento de la masa grasa visceral se asocia a concentraciones elevadas de insulina, y eso estimula la producción de IGF-1, que es una proteína estimuladora de la proliferación celular. Además, el exceso de insulina está inversamente relacionado con la concentración de hormonas sexuales en sangre, lo cual es un factor de riesgo conocido para la aparición de la forma más resistente a tratamientos del cáncer de próstata, el carcinoma indiferenciado. Aquí nos detenemos un momento para resaltar que es curioso que aún permanezca la idea de que la testosterona produce cáncer de próstata, cuando existe mayor evidencia de que niveles bajos de dicha testosterona se asocian con la aparición de los tumores prostáticos con peor pronóstico.
Los investigadores marcan el aumento de riesgo para cáncer prostático cuando el perímetro abdominal supera los 102 cm de diámetro máximo. A mayor perímetro abdominal aumenta la puntuación Gleason, que es la que mide la agresividad de un cáncer de próstata.
Otro mecanismo que aparece en la obesidad y que facilita la degeneración tumoral de las células prostáticas es el de las adipokinas. Estas son unas proteínas producidas por el adipocito, la célula de la grasa, que generan inflamación, y por tanto, elevan el estrés oxidativo a nivel celular. El estrés oxidativo es una de las situaciones en las que las células tumorales se sienten más a gusto, y ayuda a la mutación del ADN de células sanas. Además, estas adipokinas favorecen la migración de las células cancerígenas prostáticas afuera de la glándula, es decir, favorecen la aparición de metástasis.
Por último, la obesidad no solo contribuye a la aparición del cáncer de próstata, sino que lo oculta y hace que sea diagnosticado en estadíos más tardíos. Aparte de lo evidente, una mayor dificultad a la exploración física por el exceso de grasa visceral, los pacientes obesos tienen más líquido en su cuerpo y hemodiluyen proteínas como el PSA, fundamental en el screening para diagnóstico precoz. Además, el exceso de grasa visceral, como dijimos al principio, disminuye la concentración de hormonas sexuales y eso también disminuye la concentración de PSA.
Por tanto, la obesidad se reconoce como uno de los factores de aparición y agresividad del cáncer de próstata. Tratando la obesidad como un factor de riesgo cancerígeno, dándole la importancia y relevancia que realmente tiene para la salud de las personas, conseguiremos disminuir el número de nuevos casos de cáncer de próstata y mejoraremos la evolución de los pacientes que ya han contraído la enfermedad.
En Neolife, dentro de los objetivos que marcamos para nuestros pacientes, marcamos la prevención de las enfermedades oncológicas. Para ello sustentamos los cambios a realizar en la vida del paciente en unos pilares básicos que incluyen una dieta saludable y personalizada; unas recomendaciones claras, específicas y personalizadas acerca del ejercicio que cada paciente debe llevar a cabo; un equilibrio del estrés oxidativo, metabólico y hormonal; y un control longitudinal de los biomarcadores pertinentes.
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