La inflamación es un mecanismo natural del cuerpo diseñado para protegernos. En condiciones normales, es una respuesta aguda y controlada que se resuelve cuando el organismo cumple su función reparadora.
Sin embargo, cuando la inflamación se convierte en crónica, puede pasar de ser una herramienta de defensa a un factor desencadenante de enfermedades, incluyendo problemas hormonales. La inflamación crónica es un enemigo silencioso que puede alterar tu equilibrio hormonal y comprometer tu salud a largo plazo. Adoptar hábitos saludables es la clave para prevenir sus efectos.
Estefanía Álvarez – Unidad de Nutrición Neolife
¿Qué es la inflamación crónica?
La inflamación crónica es una respuesta de bajo grado y persistente del sistema inmunológico. A diferencia de la inflamación aguda, que actúa rápidamente y se disipa en pocos días, la crónica puede durar meses o incluso años. Se caracteriza por niveles constantes pero bajos de inflamación, que, con el tiempo, afectan negativamente la salud.
Entre los factores que contribuyen a su desarrollo destacan:
- Una dieta alta en alimentos ultraprocesados, grasas trans y azúcares añadidos.
- Estrés crónico no gestionado.
- Sedentarismo o falta de actividad física regular.
- Exposición a contaminantes ambientales y toxinas.
- Enfermedades metabólicas como obesidad, diabetes o hipertensión mal controladas.
Inflamación crónica y disfunción hormonal
Las hormonas son los mensajeros químicos del cuerpo, responsables de coordinar funciones esenciales como el metabolismo, el sueño, la reproducción y el manejo del estrés. Cuando la inflamación crónica entra en juego, puede alterar el equilibrio hormonal, afectando múltiples sistemas del cuerpo.
1. Eje del estrés y cortisol
La inflamación activa constantemente el eje hipotalámico-hipofisario-suprarrenal (HHS), encargado de liberar cortisol, nuestra hormona del estrés. Si bien el cortisol es vital en situaciones de emergencia, su exceso debido a un estado inflamatorio prolongado puede llevar a:
- Insomnio crónico.
- Aumento de peso, especialmente en el área abdominal.
- Ansiedad y agotamiento emocional.
- Supresión del sistema inmunológico.
Por otro lado, el agotamiento de este eje por una sobreestimulación crónica puede provocar una insuficiencia suprarrenal, manifestada en fatiga extrema, baja tolerancia al estrés y debilidad general.
2. Hormonas sexuales: estrógeno, progesterona y testosterona
La inflamación crónica interfiere en la producción de hormonas sexuales:
- En mujeres: puede alterar el ciclo menstrual, intensificar los síntomas del síndrome premenstrual (SPM) y agravar las molestias de la menopausia, como sofocos o cambios de humor.
- En hombres: se asocia con una disminución de testosterona, lo que provoca pérdida de masa muscular, fatiga, disminución de la libido y problemas de erección.
3. Hormonas metabólicas: insulina y leptina
La inflamación crónica contribuye al desarrollo de resistencia a la insulina, una condición donde las células no responden adecuadamente a esta hormona, lo que incrementa el riesgo de diabetes tipo 2. Además, afecta la leptina, la hormona que regula la saciedad. Como resultado, las personas pueden experimentar hambre constante, antojos de alimentos poco saludables y dificultad para mantener un peso adecuado.
4. Hormonas tiroideas: T4 y T3
El correcto funcionamiento de la tiroides depende de la conversión de tiroxina (T4) en triyodotironina (T3), su forma activa. La inflamación crónica puede bloquear esta conversión, dando lugar a síntomas como:
- Fatiga persistente.
- Aumento de peso inexplicado.
- Sensibilidad al frío.
- Alteraciones en el estado de ánimo, como depresión o ansiedad.
Claves para combatir la inflamación crónica
La buena noticia es que la inflamación crónica no tiene por qué ser un estado permanente. Adoptar cambios en el estilo de vida puede ser la mejor herramienta para reducirla y restaurar el equilibrio hormonal.
1. Alimentación antiinflamatoria
El primer paso es revisar la dieta. Los alimentos procesados, azúcares refinados y grasas trans deben ser sustituidos por:
- Frutas y verduras frescas, ricas en antioxidantes.
- Grasas saludables como el aguacate, aceite de oliva y frutos secos.
- Proteínas de calidad, como pescado, huevos y legumbres.
- Especias con propiedades antiinflamatorias, como cúrcuma, jengibre y canela.
2. Gestión del estrés
Dado que el estrés crónico es un factor desencadenante de la inflamación, es crucial implementar prácticas que ayuden a manejarlo, como:
- Meditación diaria.
- Técnicas de respiración consciente.
- Yoga.
3. Actividad física regular
El ejercicio moderado ayuda a reducir los marcadores inflamatorios en el cuerpo. Lo ideal es combinar actividades cardiovasculares, como caminar o correr, con ejercicios de fuerza.
4. Sueño reparador
Dormir bien es fundamental para permitir que el cuerpo se regenere. Se recomienda:
- Dormir entre 7 y 8 horas por noche.
- Crear una rutina nocturna relajante.
- Evitar dispositivos electrónicos al menos 1 hora antes de acostarse.
5. Evitar sustancias nocivas
Limitar el consumo de tabaco, alcohol y la exposición a toxinas ambientales también contribuye a reducir la inflamación.
En Neolife, creemos que la prevención y el bienestar integral son esenciales para una vida plena y saludable. La inflamación crónica es más que una molestia invisible; es un estado que puede comprometer seriamente tu salud hormonal y general. La clave para combatirla radica en identificar sus causas y abordarlas mediante cambios en el estilo de vida.
Si sospecha que puede estar enfrentando problemas relacionados con la inflamación, apóyese de un profesional de la salud para revisar cual puede ser la causa y abordarla.