The Economist aborda los retos, expectativas, controversias y problemas del aumento de la esperanza de vida.
Desde el punto de vista individual alargar la vida puede resultar atractivo, pero desde el punto de vista de la sociedad en su conjunto aparecen ciertas controversias y posibles problemas de índole sociológica y económica: sostenimiento de las pensiones de jubilación, la edad de jubilación, el envejecimiento laboral, el bloqueo de los cargos profesionales de responsabilidad por una generación que envejece de forma activa y saludable sin dejar paso a las siguientes generaciones…
Dirección médica de Neolife
El aumento de la esperanza de vida en las sociedades modernas ha hecho aumentar exponencialmente el número de supracentenarios: ¿es esto un problema?
Cada vez es menos sorprendente encontrar artículos en publicaciones de divulgación general sobre los últimos avances en la ciencia de la longevidad (ver el artículo del blog de Neolife “Longevidad Saludable, un trending topic”, parte I y parte II). Este pasado verano el tema fue portada en The Economist (1), con el título “Cheating Death, the science that can extend your lifespan”, algo así como “sorteando la muerte, la ciencia que puede alargar tu esperanza de vida”. Es un buen artículo que aborda de una manera rigurosa la situación actual, los retos, expectativas, controversias y problemas que se van a generar con el aumento de la esperanza de vida máxima a cifras superiores a los 120 años y de la esperanza de vida media a los 100 años.
Durante el siglo XX el aumento de la esperanza de vida media fue de unos 30 años en los países desarrollados, donde pasó de 50 a 80 años aproximadamente. Esto fue debido a los avances en higiene pública, tratamiento de las aguas, mejora de la nutrición, de la vivienda y a los avances de la medicina especialmente en la antibioterapia y cirugía. A partir de ahora el aumento de la esperanza de vida no solo será de la media (actualmente es de 83,3 años en España), sino que también aumentará la esperanza de vida máxima, es decir, la cantidad de años que viven los más longevos. Por ahora el récord lo tiene Jeanne Calment, mujer francesa que murió en 1997 con 122 años, pero se prevé que será batido en los próximos años a la vista del gran incremento de personas supracentenarias en los últimos años (5.760 en el año 2000 frente a 14.487 en 2015 en España). Los supracentanarios actuales se han beneficiado de los avances del siglo XX, pero la verdadera revolución vendrá cuando lleguen a centenarios los “millennials” nacidos en las décadas de los ochenta y noventa, después de haber sido tratados con fármacos y terapias específicamente diseñadas para alargar la vida.
Desde el punto de vista individual alargar la vida puede resultar atractivo, pero desde el punto de vista de la sociedad en su conjunto aparecen ciertas controversias y posibles problemas de índole sociológica y económica: ¿quién tendrá acceso a los tratamientos de longevidad?, ¿será una selección según el nivel económico?, ¿habrá distintos grupos sociales con distintas longevidades? Estas son algunas de las preguntas obvias ante el aumento “artificial” de la longevidad, pero se plantearán problemas serios sobre el sostenimiento de las pensiones de jubilación, la edad de jubilación, el envejecimiento laboral, el bloqueo de los cargos profesionales de responsabilidad por una generación que envejece de forma activa y saludable sin dejar paso a las siguientes generaciones (el complot de Matusalén). Por otro lado, abordaremos el paso de los 50 años no con la expectativa de envejecer saludablemente como hacemos ahora, sino construyendo una nueva vida, una nueva carrera universitaria, una nueva profesión, un nuevo matrimonio, quizás una nueva maternidad y paternidad… el envejecimiento saludable lo dejaremos para más allá de los 100 años.
Si fuéramos capaces de vencer totalmente a la enfermedad cardiovascular y al cáncer, la esperanza de vida media se alargaría entre unos 3 y 6 años; por tanto, trasladando estos datos a nuestro país, esta esperanza de vida pasaría de los actuales 83,3 a los 87 o 90 años.
La restricción calórica, la metformina, la rapamicina, el resveratrol, la terapia génica y las células madre, presente y futuro de la Medicina Preventiva Antiaging.
En anteriores blogs ya hemos escrito sobre la diferencia entre la medicina del envejecimiento saludable y la verdadera medicina antienvejecimiento. La verdadera medicina antienvejecimiento es aquella que no sólo alarga la vida libre de enfermedad, sino también la esperanza de vida máxima. A día de hoy se focaliza en unas pocas actuaciones, de entre las cuales quizá la restricción calórica sea la más conocida: funciona en roedores y es posible que en grandes primates, pero todavía se desconoce si realmente es efectiva en humanos; además, su puesta en práctica es muy sacrificada y penosa. Sin embargo, el futuro vendrá de la mano de nuevos y no tan nuevos fármacos, de la terapia génica y de las células madre.
Hasta hace tan sólo unos meses era impensable que las autoridades sanitarias consideraran la existencia de un fármaco antienvejecimiento, ya que el envejecimiento no es una enfermedad, ¿o sí lo es?. Cada vez son más las voces autorizadas que se decantan sobre el concepto de que el envejecimiento es en sí una enfermedad que se puede prevenir, o al menos, posponer. En esta línea, la FDA aprobó recientemente el primer ensayo clínico para combatir el envejecimiento con metformina. Pero también la rapamicina o el resvetratrol están en la carrera por formar parte de los fármacos antienvejecimiento.
Como avances en la línea genética tenemos la empresa Human Longevity de Craig Venter (primer científico en secuenciar el genoma humano) a la búsqueda de los genes que determinan la longevidad y a Bioviva Sciences de Elisabeth Parrish, ofertando hoy mismo tratamientos genéticos para activar la telomerasa e inhibir la miostatina, dos actuaciones que alargan al vida, al menos en los ratones. El mundo de la terapia regenerativa con células madre tampoco se queda atrás en la búsqueda de terapias de reparación y rejuvenecimiento celular.
Al igual que el artículo de The Economist, agosto fue el mes de el RAAD Festival (The Revolution Against Aging and Death), una suerte de evento pseudocientífico celebrado en California que atrajo a cientos de participantes interesados en las últimas novedades para alargar la vida. Allí estaban todos: Aubrey de Gray, Bill Andrews, Suzanne Sommers, Liz Parrish, Ray Kurzweil, etc. Allí estuvo presente también nuestro amigo y colaborador Steve Matlin, CEO de Life Length, la empresa que comercializa el estudio telomérico, que nos transmitió la enorme expectación que está despertando este tema en los EEUU. Es posible que los asistentes al RAAD fest no lleguen a tiempo para beneficiarse de las terapias antienvejecimiento, pero no cabe duda que sus hijos y nietos sí lo harán.
Y mientras esperamos la llegada de las terapias del futuro, continuemos con los protocolos de la Medicina Preventiva, Proactiva, Predictiva y Personalizada de Neolife para conseguir un envejecimiento saludable hasta el final de nuestros días.