Además los probióticos no solo mejoran la calidad de la flora intestinal, sino que cubren numerosas funciones igual de importantes.
Existen numerosos factores que desestabilizan la flora intestinal normal y su equilibrio.
Entre ellos cabe destacar: unos hábitos dietéticos poco saludables, unos hábitos higiénicos cada vez más estrictos, la toma de antibióticos o comida en mal estado, los trastornos digestivos que afectan a la motilidad o al tránsito, una elevada carga de estrés o algunos procesos infecciosos (pulmón e hígado principalmente).
Dr. Francisco Martínez Peñalver – Equipo Médico Neolife
Es importante que la fórmula de probiótico que utilicemos cubra un amplio espectro dentro de las necesidades del organismo.
Desde hace unos años, dentro de las recomendaciones de la OMS para la salud en países desarrollados, se encuentra la toma de probióticos. Estos medicamentos probióticos tienen la finalidad de mejorar la calidad de la flora intestinal de los individuos, la cual es fundamental para las tareas de digestión y absorción de los alimentos y mantener la homeostasis, el equilibrio entre dicha flora y el cuerpo humano que ejerce de huésped.
En nuestra flora intestinal existen cerca de 1.000 tipos diferentes de bacterias, por lo cual es crucial que la fórmula de probiótico que utilicemos cubra un amplio espectro dentro de las necesidades del organismo. Las bacterias más importantes de nuestra flora microbiota pertenecen a 3 familias: firmicutes, bacteroidetes y actinobacterias. De firmicutes y actinobacterias proceden los lactobacillus y las bifidobacterias respectivamente, que son las bacterias más útiles dentro de nuestra flora humana. La composición de la flora varía a lo largo de la vida y, en parte, está condicionada por el entorno y por la dieta (1).
Los probióticos no solo van a mejorar la calidad de la flora intestinal, sino que sobre la pared intestinal cubren varias funciones que son igualmente importantes. Una de ellas es la de cambiar la estructura de las proteínas de la pared del intestino, haciendo que las uniones entre estas mismas células sean más resistentes a las agresiones externas. Por otro lado promueven la producción de citoquinas antiinflamatorias, como la IL-1, que van a intentar paliar la inflamación en las células epiteliales intestinales. También inhiben la producción de citoquinas proinflamatorias, como el TNF, y disminuyen el nivel de linfocitos T circulantes por la pared intestinal, con lo que se atenúa el efecto lesivo de algunos agentes externos, minimizando la respuesta de la inmunidad innata. Y por último, pero no por ello menos importante, los probióticos inhiben la producción de factores adhesivos, tanto en el epitelio intestinal como por parte de bacterias patógenas (por ejemplo todas las subfamilias de E.coli), lo que complica las posibilidades de infección grave a través del intestino (2).
Existen numerosos factores que desestabilizan la flora intestinal normal y su equilibrio con el huésped. Entre ellos cabe destacar unos hábitos dietéticos poco saludables (especialmente alimentos con elevado índice glucémico), unos hábitos higiénicos cada vez más estrictos, la toma de antibióticos o comida en mal estado, los trastornos digestivos que afectan a la motilidad o al tránsito, y otros factores que podrían parecer externos al intestino, pero que no lo son, como una elevada carga de estrés o algunos procesos infecciosos -pulmón e hígado principalmente-. (3).
Si la flora intestinal se debilita pueden aparecer problemas de digestión y malabsorción por alteración de la función de la barrera epitelial intestinal, pero también se dan con mayor frecuencia infecciones en cualquier localización del tracto gastrointestinal por alteración de la inmunidad a nivel local, anteriormente descrita. Estos fallos en la inmunidad también pueden producir una mayor aparición de enfermedades como la enfermedad inflamatoria intestinal, celiaquía, colon irritable, colitis por C difficile o, incluso de forma más frecuente en estos pacientes, la aparición de un hígado graso.
La pérdida del equilibrio homeostático entre la flora microbiota y el huésped puede dar lugar a la aparición de enfermedades también en otros sistemas, como el síndrome metabólico, diabetes tipo 2 y enfermedades del sistema nervioso central (como Parkinson y trastornos del espectro autista).
Existen numerosas fórmulas de bacterias probióticas en el mercado; pero es importante elegir aquel suplemento que dentro de esta gran variedad opte por aquellas cepas -principalmente de lactobacillus y de bifidobacterias- que contribuyen a un mejor equilibrio intestinal, evitando todas las posibles complicaciones de las que aquí hemos hablado.
BIBLIOGRAFÍA
(1) Magalhaes et al. The intestinal epitelial barrier: How to distinguish between the microbial flora and pathogens. Seminars in Inmunology, 19(2), 106-115 (2007).
(2) Kerac M et al. Probiotics and prebiotics for severe acute malnutrition (PRONUT Study): a double blind efficacy randomized controlled trial in Malawi. Lancet, 374 (9684), 136-44 (2009).
(3) Qin et al. L plantarum prevents enteroinvasive Escherichia coli-induced tight junction protein changes in intestinal epithelial cells. BMC Microbiol, 9, 63 (2009).