Artículo de Fernando-Sánchez Dragó
Pronto lo sabré. La verdad es que, a día de hoy (como dice ahora todo quisque, incurriendo en un flagrante galicismo impuesto por la incuria lingüística de no pocos tertulianos), no estoy seguro de ella… De mi edad, digo. El Registro Civil asegura que nací el 2 de octubre de 1936. Tendría, de ser así, la friolera de setenta y nueve años y seis meses, al borde ya del precipicio de los ochenta. Carezco de partida de bautismo, porque vine al mundo en el Madrid de las checas y sólo me impartieron, por lo bajinis, la llamada “agua de socorro” (y no rojo, precisamente). Cierto es que cosa de año y pico después me rebautizaron con todas las de la ley en la iglesia del Espíritu Santo, de Orán, donde mi madre, mi tía y yo nos habíamos refugiado, pero el edificio ardió a la vuelta de algún tiempo y todos los archivos se quemaron. Por otra parte, si nos atuviéramos a las reglas del cómputo de la edad vigente en el hinduismo, donde se calcula ésta a partir del instante de la concepción y no del alumbramiento, tendría yo y tendríamos todos (excepto los prematuros) nueve meses más de edad de la que se nos asigna. Todo esto, sea como fuere, es papel mojado, pues lo que importa en lo concerniente a la salud no es la edad cronológica, sino la biológica y la única forma científica de averiguar con relativa exactitud la segunda es midiendo la longitud de los telómeros -otro día explicaré lo que es eso-, sopesando los niveles hormonales, calculando el índice del estrés oxidativo et alia. Día llegará en que todo eso se lleve a cabo de oficio a partir de lo que Dante llamaba “il mezzo del cammin di nostra vita”, pero hoy por hoy hay que acudir a clínicas privadas de antienvejecimiento, y en nuestro país no hay muchas ni es fácil discernir en cuáles se aplican de verdad, sin trampantojos, los últimos hallazgos de la ciencia. Escribo esta columna con cierto apresuramiento, pues dentro de muy pocos minutos tengo que salir disparado hacia la clínica Neolife, que está en el centro de Madrid (búsquenla en la Red) y es, por lo que de ella he ido constatando, el no va más en todo lo que a la Medicina Preventiva Antiaging se refiere. Son muchas y muy novedosas las pruebas y mediciones que allí me harán. Por eso dije al principio que pronto sabré cuál es mi verdadera edad.
Dentro de quince días se lo cuento. Que Dios reparta suerte.